Por Luis Trelles
La convulsa situación internacional ha servido por mucho tiempo al cine norteamericano para ofrecer al público versiones de los sucesos destacados ocurridos en ese campo.
El filme más reciente perteneciente a esa categoría, Argo, se basa en un acontecimiento que tomó lugar a fines del año 1979, momento en que detentaba el poder en Irán el Ayatola Khomeini tras el derrocamiento del Sha y su asilo en los Estados Uniedos.
Una multitud furiosa ocupó la embajada norteamericana en Teherán y se llevó como rehenes a su personal dando lugar a una crisis que tomó muchos meses en resolverse.
Un episodio, menor si quiere en cuanto al número de personas envueltas en el mismo, pero sumamente dramático fue la fuga de seis miembros del personal de la embajada que habían logrado acceso a las calles de la ciudad y que se refugiaron en la embajada de Canadá.
Este suceso dio lugar a una arriesgada misión de rescate llevada a cabo por el agente de la CIA, Tony Méndez. Propuso rescatarlos sacándolos de la embajada como miembros canadienses de un equipo de filmación de Hollywood. El mismo usaría tomas de los lugares emblemáticos de Teherán para incorporarlas en el filme.
El plan se llevó a cabo, no sin numerosas sorpresas y cambios, que amenazaron con dar al traste con esa operación encuebierta como el cierre inminente de la embajada, las dudas y temores de los asilados ante el peligro a que se exponían y -sobre todo- el cambio de directrices de Washington que ordenaba a Méndez desistir del plan ya que no se le situarían los boletos aéreos, necesarios para salir del país.
Todo lo relacionado con esta operación secereta constituye el material de base con el que trabaja el conocido actor, Ben Affleck, convertido en director en este su tercer proyecto como realizador.
Affleck no se limita a dirigir el filme sino que asume el rol central, el del agente Méndez, y para ello esconde el conocido perfil tras una barba para minimizar así su prescencia estelar.
El resultado es un “Thriller” de suma tensión que utiliza un máximo suspenso en sus secuencias iniciales y finales, especialmente en las primeras, para ofrecernos esa atmósfera furiosa y aterradora de una masa enardecida al servicio de una revolución en el poder.
Las actuaciones, tanto la ofrecida por Ben Affleck como protagonista como la del elenco que asume los roles de los asilados en peligro, resultan del todo convincentes pero son la presencia de dos actores de larga experiencia en el medio, John Goodman y Alan Arkin, personificando dos figuras del mundo de Hollywood, las que resultan sobresalientes.
Estamos, pues, atente un filme de acción basado en hechos reales que resulta sumamente logrado y que confirma los dotes de realizador de Ben Affleck.