Por Luis Trelles
Cine de lágrimas, así se titula el libro de una investigadora brasileña, refiriéndose a los melodramas tan parecidos a las telenovelas que tanto gustan en Iberoamérica.
De ¨cine de lágrimas¨ pero usando esta expresión en otro sentido, puede calificarse 12 Years a Slave, película de estreno basada en un hecho real, el secuestro de un hombre libre afroamericano, ocurrido en el año 1841, cuando aún imperaba la esclavitud en el sur de los Estados Unidos.
Ese hombre llamado Solomon Northup vivía ganándose la vida como violinista en Saratoga, estado de Nueva York. Contratado para tocar en Washington, la capital de la nación, fue drogado y conducido al sur del país. Se le vendió como esclavo y lo que la película muestra son esos doce años de sufrimientos inenarrables y atroces suplicios que recibió de manos de diferentes dueños con tan sólo uno interesándose y sólo a medias, por ese esclavo tan diferente, capaz de ejecutar las más hermosas piezas con su violín y hombre educado al que se le trata igual que a los otros esclavos peor que a un perro realengo.
La historia de Solomon se abre un tanto para mostrar el terrible tratamiento dado a la población negra, especialmente a las mujeres, una de las cuales pasa por la tortura de ver como se le quitan sus hijos pequeños para ser vendidos separadamente y la otra, sometida física y sexualmente a un amo sureno con el que tiene un hijo y que vive un verdadero calvario en manos de ese hombre cruel y despiadado, sufriendo además la furia de la esposa del terrateniente.
De este resumen del argumento basado en las memorias recogidas en un libro de Solomon Northup se deduce que estamos ante un filme testimonial, de evidente realismo en que se presentan sin afeites los malos tratos infligidos a la población negra en la nación norteamericana, antes de que se librara la guerra de Secesión.
Pertenece por tanto esta película a una corriente de testimonios abolicionistas entre los que figuran La cabaña del tío Tom, clásico del género, debido a Harriet Beecher Stowe.
El cine, nacido después de ese conflicto, ha continuado esa tradición con filmes como el que nos ocupa.
12 Years a Slave, dirigido por el realizador británico, Steve McQueen, cuenta con la destacada presencia de Chiwetel Ejiofor en el papel protagónico que desempeña admirablemente, secundado por un reparto de apoyo en el que figuran Michael Fassbinder y Paul Dano (como los sureños que maltratan a los esclavos); Brad Pitt (quien hace una breve, pero importante intervención ya avanzada la trama) y Lupita Nyong’o, extraordinaria y conmovedora en su rol de esclava maltratada.
Un final feliz pone en término a una película que puede considerarse como la mejor de las dedicadas al tema.