Por Luis Trelles
El mar y los peligros que en él se viven se han presentado en el cine en numerosas ocasiones. Existe una amplia filmografía de películas que ocupan un lugar destacado en la historia del medio con ese tema. Tal es el caso de la más reciente versión del Titanic que no sólo figuró destacadamene en la concesión de los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas correspondiente al año 1997, sino que forma parte de los grandes éxitos de taquilla del cine.
Otras películas han presentado de igual forma los peligros del mar y las grandes dificultades que presenta la supervivencia despues de un desastre marítimo. Son cintas como la reciente Life of Pi, en la que el protagonista tiene que enfrentarse a las vicisitudes de un naufragio en alta mar, complicadas por la presencia en el mismo bote de un temible animal.
En el caso de Adrift (A la deriva) la sobreviviente es una joven norteamericana, Tami, interpretada por Shailene Woodley, que ha salido con su pareja, Richard ( papel a cargo de Sam Claflin), de Tahití rumbo a California. Se les ha encomendado un yate, por la pareja dueña del mismo que tiene que regresar de prisa a Inglaterra, y que les ha ofrecido por tan riesgosa misión, una importante suma de dinero y dos pasajes en primera clase que les permitirán regresar de nuevo al sur del Pacífico.
El azaroso viaje, que le toma a la protagonista mas de cuarenta días a la deriva por el mayor océano de nuestro planeta, le ofrece a la joven intérprete diversas oportunidades de destacarse dramáticamente, pues debe ser por turnos, un personaje presa del desconsuelo y la desesperación al verse sola, tras sufrir la embarcación los embates de un huracán categoría 4, y por ello obligada a utilizar todo su ingenio y los pocos recursos a su alcance para intentar la larguísima travesía hasta Hawai.
La chica imagina que la acompaña su pareja, con quien conversa, ya que es víctima de alucinaciones y el director de la cinta, Baltasar Kormákur emplea con eficacia la alternación entre el presente desolado y el pasado feliz a fin de darle al filme no solo la agilidad sino tambén el contraste entre la vida de la pareja antes de emprender la travesía y su situación actual.
El resultado en la pantalla es un filme de escasos personajes, con dos de ellos protagónicos. Sobre estos descansa el peso de conducir la cinta hasta su final. Cabe también destacar la presencia del océano, captado por la cámara en numerosos planos, desde los muy lejanos hasta los muy próximos, planos que permiten a los espectadores admirar la belleza del mar cuando está tranquilo y también su terrible poder, cuando se halla enfurecido. Todas estas tomas permiten darse cuenta de lo que significa sobrevivir en tales circunstancias.