Por Luis Trelles
La televisión en sus inicios fue la enemiga acérrima del cine debido a que la popularidad de la misma privó el medio fílmico, de manera alarmante, de millones de espectadores. Preferían quedarse en sus casas que asistir a las salas oscuras. Como consecuencia, ni las películas que se mostraban en la televisión eran recientes ni las grandes figuras del mundo cinematográfico trabajaban para la televisión.
La televisión, por tanto, creó sus propias personalidades que se convirtieron en estrellas de las ofertas televisivas, figuras como Mary Taylor Monroe, por citar tan solo un ejemplo.
Con el paso del tiempo, sin embargo, se hicieron las paces y de ese modo cine y televisión compartieron sus figuras relevantes.
Al examinar los créditos de Beirut, cinta de estreno, uno descubre que su protagonista masculino y la figura esencial del filme no es otra que John Hamm. Hamm es un producto de la televisión en el sentido de que su ascenso a la fama y a la popularidad de la que goza, se debe a su presencia como figura central de la exitosa serie televisiva Mad Men. La misma acaparó la atención y el favor del público y además se convirtió en receptora de numerosos premios en ese medio.
Hamm ha dado el alto al medio fílmico y aparece en Beirut encarnando a Mason Skyles, un hombre cuyo éxito en la vida se debe a su habilidad como mediador en toda clase de conflictos. Por eso lo encontramos en la capital del Líbano al comienzo de la película. Transcurría el año 1972, cuando la ciudad era un centro turístico de primera clase.
Felizmente casado y exitoso, Skyles, en la primera secuencia del filme, ofrece una recepción a numerosos invitados y todo parece salirle bien hasta que el estallido de una bomba produce, no solo el pánico entre sus invitados, sino provoca la muerte a varios de ellos. Entre los que se encuentra su esposa. Se debe ese ataque a la misión encargada a esos terroristas de rescatar de manos de Skyles a un niño que se encuentra bajo su protección.
Se entra así al conflicto central de la película, diez años más tarde, en 1982, cuando Beirut era objeto de constantes ataques entre facciones opuestas, cristianas y musulmanas, que la dejaron semi-destruída.
Skyles ahora no solo ha cambiado de aspecto sino que bebe demasiado aunque conserva su habilidad para resolver conflictos. Por ello la CIA lo recluta para que en unión de sus agentes, entre los que se encuentra el personaje interpretado por Rosamund Pike, logre liberar a un amigo en poder de los terroristas.
Esa es la parte medular de este filme, que es esencialmente un “thriller” de acción en el que abundan los encuentros presididos por la violencia manifiesta. Beirut tiene, por tanto, un trasfondo histórico que hace referencia a la triste suerte sufrida por el Líbano y su capital, Beirut, en tiempos recientes.
Beirut es una cinta en función de una estrella de la televisión, John Hamm, que incursiona ahora por el medio fílmico y una tensa y efectiva película de acción, con un trasfondo político evidente, que se manifiesta en su trama y que se refiere a un sangriento conflicto en el Cercano Oriente.