Por Luis Trelles
Alejandro González Iñárritu , realizador mexicano que se ha dado a conocer internacionalmente con Amores Perros y Babel, el primero un filme brillante y brutal sobre la vida en su México natal, nos ofrece hoy la visión de un mundo tan desencantado y sofisticado como el del teatro neoyorquino. Esta visión es en el fondo diferente pues el filme se abre a las interioridades de ese universo teatral. Se trata de un mundo trabajado en el cine con anterioridad en cintas como Morning Glory que le valiera a Katherine Hepburn el primero de sus cuatro óscares como mejor actriz protagónica o All about Eve que llevaba a Bette Davis como figura central.
La visión de Birdman no sólo es pesimista sino muy negativa. Los personajes del filme son egoístas, atormentados, movidos por el afán de la fama y -sobretodo- cambiantes y desequilibrados y la fantasía se hace presente en la película de manera sorpresiva y sorprendente.
Riggan Thomson, su personaje central, interpretado de manera extraordinaria por Michael Keaton en un regreso a la pantalla, fue otra figura destacada del mundo del cine donde se hiciera de fama y fortuna interpretando al hombre-pájaro (“birdman”). Cuando lo conocemos en la película intenta hacerse plenamente famoso a base de protagonizar una pieza teatral inspirada por los relatos de Raymond Carver.
El filme combina tanto los monólogos del personaje de Riggan con su “yo” interior, ese hombre-pájaro del pasado que al ser representativo del cine está en abierta oposición con el mundo del teatro en el que intenta ser nuevamente conocido y famoso. No solo debe oponerse a ese yo interior sino enfrentarse a las tensiones y conflictos representados por su vida privada (ex-esposa e hija drogadicta) y por los otros actores que aparecen en la obra, especialmente la contra-figura masculina (papel que desempeña Edward Norton); una joven actriz insegura de su talento escénico (Naomi Watts) y el productor de la pieza.
Todas estas situaciones van conformando el filme que [pasa por distintas etapas desde las iniciales hasta las postreras, en que afloran plenamente esos distintos conflictos. Se da también la mezcla sorprendente de un crudo realismo, propio del cine de González Iñárritu con la fantasía desbordada.
La visión del teatro ofrecida por la película no sólo resulta pesimista y negativa, como consecuencia de quienes lo hacen, sino que esa negatividad se extiende a la crítica teatral que, en Nueva York y a través de la influencia de la misma en un poderoso diario, es capaz de decidir la suerte de cualquier producción teatral.
Birdman es un filme complejo capaz de combinar el crudo realismo con los fuegos de artificio de una brillante imaginación y es cinta para el destaque de Michael Keaton que ofrece una brillante actuación.