Por Luis Trelles
Algunas películas generan antes de su estreno un interés creciente debido a datos asociados con las mismas que las hacen noticia antes de su exhibición. Así ocurrió, para citar sólo un ejemplo, con el filme “Con lo que el viento se llevó” ya que la selección de la protagonista, Scarlett O’Hara, generó una búsqueda que se extendió por dos años e involucró desde las grandes estrellas de Hollywood hasta desconocidas que optaban por el papel.
Hoy, Boyhood viene precedida por el mismo interés ya que se trata de una película diferente en el aspecto de su rodaje. Su guionista-director filmó a su joven protagonista durante un plazo de doce años para relatar en imágenes una familia norteamericana de nuestra época.
El filme, de la autoría de Richard Linklater, personalidad destacada del cine independiente norteamericano y realizador de filmes tan gustados como Before Midnight, cuenta la historia de los avatares de la infancia de un chico, Mason Jr. (Ellar Coltrane) que crece junto a su hermana Samantha (Lorelei Linklater, hija del director) en el seno de una familia sin padre ya que su madre Olivia (Patricia Arquette) está divorciada. El padre de los chicos (Ethan Hawke) vive en Alaska mientras su ex-esposa lucha tanto en el frente doméstico como el laboral-profesional, convirtiéndose en profesora universitaria gracias a estudios realizados con grandes dificultades y volviéndose en una esposa infeliz con dos sucesivas uniones que acaban mal.
Ese proceso que abarca doce años, los que esperó el director para, sobre la marcha, ir filmando a sus jóvenes protagonistas en las distintas etapas de su crecimiento, hasta llegar a completar secundaria e iniciar sus estudios universitarios.
La película, por lo tanto, tiene un aire muy marcado de documento fílmico que nos permite como espectadores a asomarnos a las condiciones de vida y actitudes de estos jóvenes que se asemejan a tantos que como ellos afrontan condiciones difíciles para su desarrollo integral. Estas están representadas por familias rotas, sucesivas uniones de sus padres y con lo que ello significa para los menores, estilos de vida permisivos en lo tocante al temprano uso de alcohol y drogas y a la iniciación sexual. Hay tan sólo un pasaje en el filme en que estos chicos tienen la momentánea oportunidad de exponerse a otro tenor de existencia representado por la familia de la nueva esposa del ‘pater familias’ y responden rechazándolo con lo que se privan de la experiencia de la creencia cristiana.
Filme que carece de efectos especiales y de malabarismos técnicos en lo tocante a su producción, Boyhood se contenta en el orden formal con la sucesión de secuencias que permiten que sean los actores los que reaccionen y respondan a las circunstancias de sus vidas.
Las actuaciones, todas logradas sin recurrir a efectos histriónicos marcados, contribuyen poderosamente con su naturalidad a hacer efectivo este filme en que se destaca e impone un tipo de existencia frecuente en la sociedad contemporánea.