Por Luis Trelles
En ciertas ocasiones películas que trabajan un mismo tema estrenan casi al mismo tiempo. Este ha sido el caso de Durkirk, recién vista de Darkest Hour. Ambas se refieren a los inicios de la segunda guerra mundial, caracterizados por el avance arrollador de las tropas nazis y la amenaza de invasión para Inglaterra.
Durkirk se centró en la evacuación de miles de tropas británicas y francesas de las playas de Dunquerque y hoy, Darkest Hour nos sitúa en ese mismo mes de mayo de 1940 para presentarnos el ascenso al cargo de primer ministro de la Gran Bretaña de Winston Churchill.
Su nombramiento no estuvo exento de obstáculos, representados por la oposición del que fuera antes de Churchill primer ministros, Neville Charmberlain, y sus seguidores que abogan por la paz y con un compromiso a ese efecto régimen nazi, negociado a través de la Italia de Mussolini.
Vencida esta dificultad tuvo que superar el desánimo imperante y sus dudas en torno a cual sería la decisión correcta a tomar.
Darker Hour es, ante todo, una película de intérprete. Este es Gary Oldman que de principio a fin hace sentir su presencia. Caracteriza a Churchill como un hombre múltiples facetas, capaz de dejarse ganar por sentimientos tan diferentes como el coraje y el arrojo, unidos a la sagacidad propia de un político consumado y también por el desánimo pasajero y por el abatimiento fugaz.
Es una interpretación que muy bien puede obtenerle el Oscar de mejor actor masculino protagónico de parte de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.
Lo acompañan un excelente conjunto de intérpretes, entre ellos Kristin Scott-Thomas que asume el rol de Clementino Ogilvy Hozier, su esposa de tantos años; Ben Mendelsohn que aparece en el filme personificando al monarca reinante, Jorge VI, y Ronald Pickup que se encarga del papel de Neville Chamberlain. Scott-Thomas en el papel femenino de mayor importancia, a pesar de lo breve de su intervención, resulta plenamente eficaz en su caracterización.
Joe Wright desde la dirección, utiliza con cierta frecuencia las tomas en picadas extremas con las que logra imprimir a determinas escenas ese aire de anodadamiento que también describe la gravedad del momento. Recurre también a tomas prodecentes de los noticieros de la época, intercalándolas con los planos de ficción, con lo que añade a la película un realismo mucho mayor, de caracter documental.