Por Luis Trelles
Dough se distingue por su variedad argumental. Esta película inglesa, dirigida por John Goldschmidt, lleva en los dos papeles principales a Jonathan Pryce y Philip Davis.
El primero es un talentoso intérprete birtánico, cuya presencia en cine se ha caracterizado por el desempeño de papeles secundarios variados y fuera de lo común. Activo en el medio fílmico desde 1976 se le recuerda tanto por su participación en Las aventuras del barón Munchausen como en Brazil y, más recientemente, en Pirates of the Caribbean: At World’s End.
El segundo es un joven africano cuyas credenciales fílmicas no comparan con las de Pryce en lo referente tanto en antigüedad como en diversidad de roles.
Ambos forman una de esas parejas disparejas de que gusta el medio ya que no sólo están muy apartados en edad y procedencias nacionales sino que vienen de entornos socio-económicos muy diferentes pues Net (Pryce) es un judío de mayor edad que sigue al frente de la panadería y pastelería fundada por su padre y que, al confrontar una crisis laboral -la renuncia de su único ayudante- acepta a regañadientes a Ayyash (Davis) como su reemplazante.
La relación para por distintas pruebas pues Ayyash, un inmigrante, vende marihuana, que obtiene de un proveedor al que debe rendirle cuentas periódicamente. Al introducir subrepticiamente la hierba en los ofrecimientos del negocio de Net, provoca unas conductas muy apartadas de lo convencional y ordinario tanto en la familia de su patrón como en su clientela.
Es ese el primer cambio que sufre la trama que pasa de la presentación inicial que la aproxima al neorrealismo a la picaresca más evidente para convertirse después en un filme en el que la violencia se hace gráfica y evidente. Retoma luego el aspecto de comedia sentimental, todo en aras de darle una variedad a una trama que de otra manera agotaría pronto sus posibilidades.
Es lástima que así ocurra porque el filme podría haber sido una película en que se enfatizase con mayor insistencia las diferencias existentes entre dos grupos minoritarios de la sociedad británica, el judío -de mayor antigüedad- y el más nuevo, el de los inmigrantes negros procedentes del África musulmana. En ese otro de los contrastes que establece la cinta entre sus dos figuras principales al pertenecer ambos a religiones muy distintas.
Filme, por lo tanto, para un intérprete consumado, Jonathan Pyre, Dough no logra -pese a recurrir a esas varias posibilidades de género- convertirse en una película poderosa en torno a problemas muy reales en el mundo actual. Se contenta tan solo con proveer un rato de entretenimiento a los espectadores, haciéndolos reír en ocasiones y llevándolos a lo dramático en otros momentos.