Por Luis Trelles
La languidez, que momentáneamente pudiera parecer agradable se vuelve monótona cuando se posesiona de una película. Eso sucede con “El amor y otras historias”, película argentina que se exhibe actualmente, en la que se mezcla en un intento por hacer novedoso el filme la realidad y la fantasía.
La realidad se materializa en el personaje central, Pablo. Es un editor y profesor universitario ocupado en establecer un guión para una comedia romántica. Los personajes que imagina se conocen en una despedida de año y rápidamente, intimidan y viven juntos. Esa recién adquirida felicidad encuentra pronto un gran obstáculo que les resulta imposible de superar. Consiste en el traslado de Marina, nombre del personaje femenino, bailarina exitosa, a París donde se radicará por algún tiempo. Su amante se niega al cambio de vida y se rompe la relación.
El autor de ese guión y creador de esos personajes vive en su vida amorosa un proceso a la inversa. Su unión con Valeria, su compañera se termina y el protagonista pasa por una etapa de soledad y melancolía al que pone término la entrada de un nuevo amor en su vida.
El filme acabará con una nueva oposición, esta vez en los lugares donde sucede la acción. La pareja creada por el guionista regresa a Buenos Aires en tanto que Pablo, el protagonista dejará la capital argentina para marcharse a Montevideo, ciudad donde reside su nuevo amor.
El amor y otras historias es fruto del esfuerzo combinado de varios productores argentinos a los que se han unido el Instituto Argentino de Cine y el fondo de ayuda a las producciones hispano-americanas de España.
Tantos esfuerzos en lo económico hacen posible el filme que, sin embargo, decepciona porque debido a esa languidez tan presente en la cinta no logra convertirse en una lograda comedia romántica.
Su elenco compuesto por un conjunto de intérpretes jóvenes tanto de España como de Argentina, está encabezada por Ernesto Alterio, quien asume el rol principal, el de ese guionista en apuros tanto profesionales como amorosos. Marta Estura aparece en el rol de la enamorada imaginaria en tanto que Quim Gutiérrez interpreta a Víctor. Todos bajo la dirección de Alejo Fah, rinden faenas aceptables, destacándose en los pasajes en que da rienda suelta a su tristeza y melancolía, Ernesto Alterio.