Por Luis Trelles
Los libertadores, ese grupo de figuras extraordinarias que a lo largo del siglo XIX hicieron posible la liberación del yugo español de sus colonias de América, han revivido el interés del cine por los mismos.
Baste recordar que José de San Martín, el padre de la patria argentina fue llevado a la pantalla por Leopoldo Torre-Nilsson en su película El santo de la espada y antes, Jose Martí fue objeto de la atención del llamado equipo de prestigio del cine mejicano, cuando en el año 1952 se rodó La Rosa Blanca, ambicioso proyecto fallido del cine cubano que contó con la idrección de Emilio “el indio Fernández” y la colaboración de Gabriel Figueroa como director de fotografía de dicha cinta. en la misma el actor mejicano Roberto Cañedo interpretó a Martí.
Hoy, El libertador, cinta venezolana hecha bajo el regimen de co-producción con España, revive por la pantalla a Simón Bolívar, el libertador por antonomasia, al que deben su independencia naciones tan variadas como Venezuela (su patria), Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.
Se trata de un proyecto ambicioso, caracterizado por frecuentes saltos en el tiempo para de ese modo hacer más cinematográfica la trama.
Bolivar se ve en la primera parte del filme como un galán romántico-pasional que se enamora en España de la que sería su esposa y con la que se traslada ya casado a Venezuela. La muerte prematura de esta lo mueve a volver a Europa (Francia esta vez) para llevar allí una vida disipada hasta que el reencuentro con su mentor, Simón Rodríguez, lo trae a pensar en la dolorosa realidad americana y lo lleva a unirse al movimiento revolucionario que buscaba la independencia de Venezuela. Surge asi el combatiente y patriota que dedicaría el resto de su vida a la consecución de ese ideal.
Esa segunda parte de la película es la más lograda y la que nos devuelve al héroe en todo su esplendor. Surge así un Bolívar militar, capaz de los mayores sacrificios por la consecución de sus planes, estratega brillante, vencedor de batallas como la de Boyacá, que aseguró la independencia de Colombia. Están también presentes las luchas y rivalidades de los que conspiraban contra su ideario y finalmente (de manera muy apresurada) su caída en desgracia y la pérdida del poder que lo conduciría a la muerte.
Los logros del filme son la cuidada ambientación dada al mismo que se destaca tanto en las secuencias europeas como- sobre todo- la esmerada atención puesta en la cartografía para mostrar visualmente en todo su esplendor la grandeza de los escenarios americanos.
Añádanse a estos aciertos una convincente actuación ofrecida por Edgar Ramírez en el papel del libertador, secundado por intérpretes como Imanol Arias, Manuel Porto y Orlando Valenzuela y se tendrá idea de los puntos fuertes del filme, filme que por otra parte, es susceptible de críticas en lo concerniente a su guióny al esquematismo de ciertas situaciones claves o la total ausencia de referencias al encuentro trascendental ocurrido entre Bolivar y San Martín.