Por Luis Trelles
Dos personalidades emergentes en el cine norteamericano, el director Tate Taylor y el actor Chadwick Boseman se reúnen de nuevo en la película de estreno, Get On Up. Ambos se habían combinado anteriormente en 42, la historia de un gigante del beísbol, Jackie Robinson, presentando a través de esta cinta no sólo la biografía del pelotero, sino las injusticias de la segregación racial imperante en el sur del país en aquella época.
Hoy ponen sus talentos al servicio de otra biografía, esta vez de una personalidad negra muy destacada en el campo de la música popular.
El filme es un acercamiento a la vida de James Brown, el rey del soul, cuya existencia se presenta en el filme a base de fechas significativas de su vida en las que ocurrieron eventos de importancia como los lanzamientos de algunas de sus contribuciones más exitosas al género del soul, que lo hicieron famoso y rico en los años de plenitud de su carrera.
Hay, sin embargo, una época recurrente que vuelve una y otra vez tanto en el recuerdo del cantante ya adulto, como en la película. Son sus ingratos y difíciles, por decir lo menos, años de infancia en que se vio maltratado por su padre y abandonado por su madre mientras decursaba esta etapa dolorosa de su existencia en Augusta, Georgia.
A la niñez preñada de dolorosas experiencias (malos tratos, vivencia en una casa de prostitución, etc.) siguió la adolescencia y el tiempo pasado en la cárcel como consecuencia del robo de una prendas de vestir.
El incidente que cambió su vida fue el encuentro en prisión con Bobby Byrd (interpretado por Nelsan Ellis) quien lo llevó a vivir en su casa y compartir una vida familiar que hasta entonces le había sido negada. Byrd se volvería desde entonces su más fiel amigo.
Esas vueltas atrás de la película son las más logradas y las que transmiten el clima de injusticia social prevaleciente en el sur del país en aquella época (años treinta y cuarenta del pasado siglo).
La parte melódica, por así llamarla, es la más repetitiva y aunque gustará a los amantes del soul, a nosotros nos pareció un tanto cansona, pese a los esfuerzos del director Taylor por inyectarle movilidad cinematográfica.
Ejemplo de una biografía de un personaje afro-americano contemporáneo ( Brown murió ya comenzando el siglo XXI, en el año 2006), la cinta como tantas otras de ese género, se convierte en un triunfo para su protagonista, Chadwick Boseman, que se impone en la recreación del atormentado artista, cuyo ego es causante de su soledad. Lo acompañan formando parte del reparto, dos intérpretes afro-americanas, Viola Davis y Octavia Spencer, vistas con anterioridad en The Help. De nuevo demuestran su capacidad histriónica, especialmente Viola Davis en el difícil papel de la madre del cantante.