Por Luis Trelles
Llena de sorpresas que se materializan a medida que avanza su trama, “Gone Girl” es la adaptación fílmica de una exitosas novela de Gillian Flynn, quien ha estado a cargo del guión en que se basa la cinta.
“Gone Girl” lleva como protagonistas a Ben Affleck y a Rosamund Pike, quienes bajo la dirección de David Fincher, reviven en la pantalla a los personajes centrales de la novela, Nick Dunne (Affleck) y Amy, su esposa (Pike). Al comenzar el filme, el matrimonio se prepara para celebrar el quinto aniversario de enlace, celebración que no llega a materializarse al ocurrir lo inesperado: la súbita y misteriosa desaparición de Amy de su hogar, localizado en New Carthage, población del estado de Mississippi de donde es oriundo el protagonista.
La cinta, se vuelve así, desde sus inicios, una de tensión creciente que recuerda -tan solo por la situación inicial- aquella película titulada “Frantic”, protagonizada por Harrison Ford. En ella el personaje asumido por Ford tenía que enfrentarse a una situación idéntica: la desaparición de su esposa.
Cesan ahí los parecidos porque la investigación realizada por una detective del condado y su ayudante no produce ni a Amy ni a su cuerpo, ya que se sospecha cada vez con más fuerza y por indicios inculpatorios, de su marido, pese a sus protestas de inocencia. El descubrimiento de una amante joven del protagonista y otras pistas desfavorables para el obligan a Nick a contratar los servicios de un abogado muy ducho en defensas semejantes (Taylor Perry). Nuevos giros sorpresivos aguardan a los espectadores hasta el más sorprendente de todos que se producen, como era de esperarse, a la conclusión de la cinta.
Gone Girl es un filme muy bien hecho que maneja de manera efectiva el elemento de sorpresa que le da a este ‘thriller’ su mayor recurso para agarrar a los espectadores. Descansa para ello en la combinación de escenas situadas en un presente angustioso entremezcladas con las conocidas vueltas atrás que nos dan las alzas y bajas de esa relación matrimonio tanto desde la perspectiva de Amy como de la de Nick.
Súmese a ellos dos conseguidas actuaciones ofrecidas por la pareja formada por Ben Affleck y Rosamund Pike (la de ésta última trae a la memoria la brindada por Glenn Close en “Fatal Attraction”) y el apoyo que le suministran los otros miembros del reparto y se tendrá una idea de los aciertos con que cuenta la producción.
Hay, sin embargo, subyacente en la trama y evidenciada en los diálogos una reflexión nada favorable a la relación matrimonial en que el matrimonio se presenta adversamente y se insertan en la cinta escenas de subida graficidad sexual.