Por Luis Trelles
The Hunger Games, las muy vistas y exitosas películas basadas en la trilogía escrita por Suzanne Collins continúan desfilando en las pantallas del mundo, siendo la más reciente -actualmente en exhibición- la titulada The Hunger Games: Mockingjay -Parte 1.
Es diferente a las anteriores no por cambios de locales -siguen siendo los de Panem y sus distritos, sede de los ‘juegos del hambre’ que han sido los escenarios de los filmes anteriores- y no porque se sustituyan sus personajes centrales, que continúan siendo los muy conocidos del público Katniss Everdeen (interpretada una vez más por Jennifer Lawrence, reciente ganadora del ‘Oscar’ a la mejor actriz) y Peeta, el hombre a quien ama Katniss y por el que está dispuesta a hacer los mayores sacrificios. Ese rol lo asume nuevamente Josh Hutcherson.
En esta cinta de continuación ambos se encuentran separados por la distancia (Katniss se ha refugiado en el distrito 13) gobernado por una presidenta (Julianne Moore), que cuenta con la valiosa ayuda que le brinda Plutarch (postrera actuación para el cine de Phillip Seymour Hoffman), mientras intenta derrocar el régimen del presidente Snow (Donald Sutherland).
Katniss sufre grandemente por la suerte de su amado, prisionero de White, al que han obligado a convertirse en mensajero del régimen de aquel y en opositor de Katniss y de los que junto a ella luchan contra tan cruel dictadura.
Esta trama -a grandes rasgos sintetizada- es todo lo opuesto a lo que los aficionados a la serie han recibido anteriormente pues el nuevo filme es fundamentalmente dialogado, incluye pocas secuencias de acción intensas (la más extendida e importante a la conclusión de la cinta) y gravita más sobre efectos especiales apartados, en las crisis dramáticas que confrontan la protagonista femenina.
Puede afirmarse, por tanto, que esta película esta en función de Jennifer Lawrence, lo que no debe extrañar, ya que esta joven intérprete se encuentra en plena etapa post-Oscar. Esto quiere decir que los proyectos en que aparezca deben prestarse al máximo para su destaque.
Así sucede en esta cinta que responde a una decision, para muchos desacertada, de dividir en dos partes fílmicas la novela conclusiva Suzanne Collins, dejando para la parte postrera los momentos tan esperados por los espectadores, en que sobreabunden las batallas y reinen todo poderosos los efectos especiales y las secuencias de acción incesante.
De larga duración -poco más de dos horas- The Hunger Games: Mockingjay -Parte 1 beneficia más a sus intérpretes y reduce al mínimo las situaciones de acción avasalladora.