Por Luis Trelles
Son escasos los directores de cine que siguen filmando a los ochenta años y aun después. Entre esos pocos figuran Manuel de Oliveira, el director portugués recientemente fallecido que con más de cien años se mantuvo activo en el medio hasta casi el último momento y Woody Allen.
Allen, de 80 años cumplidos, es el director y guionista de Irrational Man, un filme de estreno que cuenta como protagonistas con Joaquín Phoenix y Emma Stone.
Esta cinta de Allen pertenece al periodo que sigue a sus filmes ambientados en grandes ciudades europeas como Londres, París y Barcelona. Significa en el universo del realizador una vuelta a sus orígenes, entendiéndose por tales las ciudades de la costa este de los Estados Unidos. Allí suceden algunas de sus películas más memorables como Manhattan y en parte Annie Hall.
En su nueva cinta Allen nos traslada a Providence y al diminuto estado de Rhode Island. Allí sucede la trama de Irrational Man, una que se centra en un profesor de filosofía (personaje que interpreta Joaquín Phoenix) y su relocalización en un nuevo entorno universitario. Conoce así a dos mujeres, Rita, perteneciente a la facultad del centro docente y Jill (Emma Stone), joven estudiante que toma sus clases.
Ambas se apasionan con la nueva figura en el campus aunque de manera diferente. Rita, mujer madura y experimentada, busca sobre todo los encuentros sexuales con Abe Lucas, nombre del protagonista. Jill, en cambio, mucho más joven e imbuida del espíritu romántico propio de la juventud, se enamora de él paulatinamente. A esa trama inicial sigue nuevas complicaciones, esta vez de tipo criminal, en las que se envuelve Abel con el conocimiento del Jill.
Una conclusión predecible pone punto final a un filme que por ser de Woody Allen interesa siempre aunque no esté a la altura de sus mejores obras.
Los diálogos, como de costumbre en Allen, son chispeantes, irónicos, poseedores de un humor sofisticado y ricos en contenido con alusiones frecuentes a figuras del panteón filosófico como Kant o Kierkegaard y las lecciones que imparte Abel desde su salón de clases abundan en un nihilismo y un desencanto existencial que han teñido a menudo los filmes de Allen. Se esgrime en el filme la teoría del hombre superior intelectualmente que concibe un plan, a la manera de Bruno, esa figura central de la cinta de Alfred Hitchcock titulada Strangers on a Train, para cometer el crimen perfecto.
Irrational Man resulta repetitiva de los ya conocidos motivos temáticos que permean las cintas de Woody Allen. La película es, por tanto, un ejemplo más de un realizador que no se contenta meramente con entretener sino que le imprime a su proyecto su impronta, perteneciendo esta cinta a un acervo fílmico que revela a un director-autor.