Por Luis Trelles
Julieta es el filme más reciente de Pedro Almodóvar. Se inspira el director manchego para su nueva película en tres historias breves salidas de la pluma de Alice Munro tituladas Chance, Soon y Silence y, basándose en ellas, establece el guion de Julieta.
El mismo tiene como figura central al personaje así llamado, una mujer de mediana edad que vive en Madrid donde ha intentado rehacer su vida, tras más de diez años de la desaparición de su hija, Antía. Se dispone a marcharse a Portugal con su actual compañero cuando el encuentro fortuito con la gran amiga de la infancia de su hija, la hace desistir de sus planes de viaje, romper con su pareja y mudarse al antiguo edificio donde compartió vivienda en otra época con Antía.
Con esa mudanza viene el recuerdo de lo acontecido desde que conociera a Xuan, su fogoso amante y padre de su hija, hasta la súbita partida de Antía -tras la inesperada muerte de Xuan- hacia un lugar de retiro del que nunca regresó.
La película, como suele ocurrir en los filmes de Almodóvar, se centra en un personaje femenino, esa Julieta que añora el reencuentro con su hija y en las crisis y estados de ánimo por los que atraviesa, primero desolada y luego decidida a rehacer su existencia.
Pese a transitar en territorio conocido, el del melodrama (a la manera de Douglas Sirk en el cine norteamericano) y del peritaje del director en el manejo de emociones y situaciones de la mujer, esta nueva cinta del manchego se queda por debajo de sus mejores películas. Ello se debe, a nuestro juicio, a varios factores. Entre ellos, el retrabajamiento de historias debidas a la canadiense, ganadora del premio Nobel, Alice Munro: de sensibilidad muy distinta a la de Almodóvar; a la acumulación de sucesos inesperados que surgen súbitamente en la trama para incrementar su melodramatismo y, en general, a una falta de fuerza en la narrativa cinematográfica que resulta sorprendente en un realizador habitualmente lleno de brío.
Lo que sí se destaca es la calidad estéticas del filme. Descansa sobre todo en su cromatismo que destaca el color rojo en gran número de los encuadres. Esa referencia se asocia con la pasión y está muy presente en las tomas, bien a base de pequeños toques en un accesorio o en algún objeto de ese color.
La música es otro recurso a considerar porque se intensifica con los sucesos melodramáticos, del tal modo que sube su intensidad y con ella su intención de reforzar los momentos álgidos de la trama.
Las actuaciones, a cargo de Emma Suárez y Adriana Ugarte, resulta adecuadas, sobresaliendo entre los intérpretes de apoyo, Darío Grandinetti, actor argentino que asume el rol del nuevo compañero de Julieta, a quien ésta abandona, y la icónica Rossy de Palma, tan presente en tantos filmes de Almodóvar, que encarna el personaje del ama de llaves de Xuan. Tiene a su cargo uno de los pasajes climáticos de la cinta.