Por Luis Trelles
Fantasía espacial y realidad terrestre son dos aspectos que priman en la película titulada Jupiter Ascending. Este título, además, resulta equívoco pues hace pensar en ese planeta de nuestro sistema solar, el mayor de todos y el quinto desde el sol.
Nada más lejos de lo que significa el mismo, ya que se trata del nombre del protagonista, Jupiter Jones, nombre que le dio su padre, amante de la astronomía que apreciaba sobre todo su telescopio, destruido por agentes soviéticos. Maltratado por ese régimen, emigra a los Estados Unidos, donde vive de su trabajo, ocupándose tanto de su hija como la madre de ésta en tareas domésticas como la limpieza de grandes residencias.
Hasta esta Júpiter (interpretada por Mila Kunis) llegan los emisarios de un planeta distante, representantes de la poderosa familia que gobierna el mismo, la de Abrasax. Se atribuyen la posesión de la tierra, de cuyos habitantes extraen la materia prima con que se prepara un elixir destinado a proveer juventud eterna.
Comienzan así las descabelladas y absolutamente increíbles relaciones entre esta mujer, que resulta ser reina en el lejano planeta y esa dinastía compuesta por tres hermanos, Balem, Kalaque y Titus, cada uno con sus propias ambiciones dinásticas y de poderío.
Afortunadamente para Júpiter, ella cuenta con la ayuda de una super-criatura, mitad hombre y mitad lobo (Channing Tatum), capaz de desplazarse por el espacio a la velocidad del rayo y, mas aun, de enfrentar y vencer los mayores peligros y los grandes destacamentos enviados para destruirlo.
De ahí que pueda afirmarse que hay como dos películas en Jupiter Ascending. Una de ellas, la de la trama, sustenta el despliegue de efectos especiales, y es totalmente absurda. La otra, en cambio, es consecuencia de la primera y resulta fascinante. Confirma la capacidad de Andy y Lana Wachowsky, creadores del filme, para tales empeños.
El reparto de Jupiter Ascending está presidido por ese nuevo “forzudo” del cine, Chaning Tatum, que asume el rol principal masculino. Comparte honores estelares con Mila Kunis, encargada de la caracterización de la figura central femenina.
En el reparto también figuran Eddie Redmayne, en un papel sin brillo, el de Balem, que difiere como la noche del día del protagonizado por este intérprete en The Theory of Everything. Pasar de la caracterización que exige tanta fuerza y vigor del renombrado físico Stephen Hawking, deteriorado pero no vencido por una penosa enfermedad en la película citada, a la personificación de un soberano galáctico parece increíble, pero como dice una frase muy popular “estamos en el cine” y en este medio todo es posible.