Por Luis Trelles
Ejemplo poderoso de filme policíaco o, si se prefiere, la cinta de tensión creciente, La isla mínima es una película española que fue una fuerte competidora para los premios Goya otorgados este mismo año, obteniendo 10 de ellos.
Su trama nos traslada a esa parte de Andalucía donde predominan las tierras bajas bañadas por las aguas (marismas) y en las que sus habitantes son campesinos que se dedican a cultivar la tierra y trabajan para grandes terratenientes o se dedican a actividades prohibidas por la ley como la caza furtiva.
Estamos en 1980, a pocos años de la muerte de Franco y su reemplazo por una estructura democrática y hasta este apartado lugar de la provincia española llegan dos policías, uno representativo del antiguo orden y el otro opuesto al mismo. Se les encarga esclarecer la misteriosa desaparición de dos chicas del poblado. Esa investigación los lleva, poco a poco, a seguir una serie de pistas que en definitiva les permite conocer la muerte violenta sufrida por ambas y, más tarde, ir en busca del asesino de las mismas.
Con este argumento, Alberto Rodríguez, director de la cinta, ha construido un relato en imágenes recio y austero, en el que los personajes centrales se muestran al igual que los secundarios -los habitantes de la zona- duros, secretivos e inflexibles.
Unos de estos investigadores, el de mayor edad, recurre con frecuencia a la violencia física como medio para extraer nueva información en torno al caso.
El otro, en cambio, más comedido, se muestra desafiante y acusador ante los representantes del antiguo régimen.
La cinta, es un acierto dentro de un género que ha sido muy cultivado por el cine norteamericano pero que en España ofrece pocos ejemplos, ninguno tan logrado como el de esta producción.
Contribuyen a la fuerza de la película el ambiente que se vuelve poderoso a través de la fotografía, este a menudo abandona la cercanía a los personajes para remontarse a las alturas y , desde allí, ofrecer vistas panorámicas, reveladoras de un ambiente que resulta duro y solitario cómo los seres humanos que allí habitan; la edición cortante que da paso a las rapidísimas imágenes; la música que cuando se utiliza refuerza la intensidad de las imágenes y sobre todo las actuaciones.
Se destacan Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo ya que en ellos recae la tarea de conducir la trama. Reflejan adecuadamente en sus actitudes y en sus acciones la oposición existente entre sus personajes.
Combinación, por tanto, de filme policíaco con elementos y circunstancias pertenecientes al cine político, La isla mínima constituye todo un hallazgo procedente del cine español contemporáneo.