Por Luis Trelles
Premiada en el festival de Cannes, dentro del grupo de películas presentadas en la sección “Una cierta mirada”, La jaula de oro es ópera prima de su director, Diego Quemada-Diez. La cinta combina aspectos de documental sobre un tema tan actual como el de los muchos emigrantes que procedentes de América Central, Guatemala en el caso de las figuras centrales del filme, que viajan sin apenas recursos y en las más difíciles condiciones en busca de llega a Los Ángeles y encontrar “el sueño americano”, con una estructura dramática progresiva.
El primer aspecto viene dado por la observación que hace la película de sus personajes, tanto los centrales -un trio de adolescentes- como de los secundarios y de sus experiencias. La cinta abunda en imágenes representativas del tema: las de los trenes que recorren el paisaje, encima de los cuales viajan estos desposeídos que son a menudo detenidos o sufren otros maltratos y vejaciones, inclusive la muerte, en su afán de encontrar ese paraíso soñado. La belleza de los entornos contrasta con la miseria de las comunidades a las que pertenecen tanto los protagonistas como los otros individuos que como ellos intentan llegar a los Estados Unidos. La estructura dramática se abre a sorpresas pues al inicio de la pel´cula son solo tres los adolescentes que emprenden tan azaroso viaje. Pronto se les une un cuarto joven, con mayores dificultades, pues al pertenecer a una comunidad con mayores dificultades, pues al pertenecer a una comunidad indígena no habla español y recibe un trato duro y discriminatorio por parte del que actúa como guía del grupo.
Sus restantes compañeros son una chica que se hace pasar por un varón y un joven mestizo que contrasta con el guía, de raza blanca.
El otro miembro masculino del grupo pronto desiste de continuar con los planes, lo que da pie a una conmovedora escena de despedida de sus amigos y el indígena, rechazado con tanta violencia y encono por Juan, nombre del guía, se vuelve instrumental en obtener para éste la salud perdida a consecuencia de una agresión sufrida. Sara, la chica, también desaparecerá al descubrirse por unos maleantes que los atacan, su condición femenina y ser secuestrada por éstos.
El filme es realista, sin concesiones al “divismo cinematográfico” ya que sus intérpretes no son actores profesionales y se ganan a los espectadores por su naturalidad y sencillez. Añádeme la eficacia de la dirección y la minimización de recursos como la música que solo se emplea en contadas ocasiones y se tendrá una idea del talante de esta cinta, testimonial de una situación que se repite a diario en toda América.