Por Luis Trelles
El cine italiano que se impusiera en el mundo a través del movimiento neorrealista y- más tarde- mediante las brillantes contribuciones fílmicas de directores como Federico Fellini y Michelagenlo Antonioni, conoció después (siglo 21) un período en que sus cintas apenas se estrenaban entre nosotros.
Por ello, el estreno de Locas de alegría, filme de Paolo Varzi, protagonizado por Valeria Bruni-Tedeschi y Micaela Ramazotti, significa una nueva oportunidad de apreciar lo más reciente de esa cinematografía.
La cinta, hecha bajo la fórmula de coproducción con Francia, es una muy singular. Su singularidad reside tanto en su tema como en el carácter que distingue a sus dos personajes centrales.
Son estos Beatrice (Valeria Bruni-Tedeschi) y Donatella (Micaela Ramazotti). Forman parte del grupo de mujeres que habitan en un lugar muy especial de Toscana. Están recluídas en un centro siquiátrico que las atiende lo mejor que puede dado su número y la variada de dolencias que las afectan, entre ellas el consumo de barbitúricos- ese es el caso de Donatella, recién llegada a la institución-. Beatrice, a su vez, sufre de una locura que se hace evidente tanto en su conducta como en el lenguaje que emplea.
Ambas, sin embargo, llegan a formar una pareja que se asocia con diferentes propósitos.
Una, Donatella, busca desesperadamente reencontrarse con su hijo. Se encuentra separada de él tras el doloroso incidente que protagonizó con el menor y del cual se enteran los espectadores casi a la conclusión de la cinta, con lo cual el elemento de sorpresa juega un rol importantísimo en este filme.
La otra es totalmente impredecible en sus actuaciones. Juntas escapan de la institución en que están recluídas y viven esa “loca alegría” a que se refiere el título de la cinta y que esconde en su fondo grandes dosis de dolor y patetismo.
Película, por tanto, en la que lo impensable sucede, ese recurso sirve a su director para presentar situaciones inesperadas en las que se impone el asombro ante lo insólito de la conducta de estas dos mujeres, no exenta de jocosidad.
Locas de alegría, es una suerte de filme-ómnibus ya que combina los pasajes cómicos con los grotescos y anti-convencionales, sin que faltan los sentimentales. Estos se imponen poderosos a la conclusión de la cinta.
La película es también reminisscente en algunas de sus escenas de cintas como Thelma and Louise e, inclusive de un clásico del cine intaliano como Ladrón de bicicletas.
En su conjunto resulta un filme presidido por una actuación memorable por su brío y por su diversidad, ofrecida por Valeria Bruni-Tedeschhi en el papel de Beatrice y por el contraste que establece entre sus dos “dementes” protagonistas y el llamado mundo sensato y en sus cabales.
Locas de alegría obtuvo la Espiga de Oro, máximo galardón que concede el festival de Valladolid, centrado en valores humanos.