Por Luis Trelles
Las biografías fílmicas han cambiado a través de los años. Hoy se prefieren personajes que antaño (los años treinta y cuarenta) no hubieran sido los seleccionados por el medio. Atrás han quedado los de la gran historia cómo reyes y reinas y en su lugar han aparecido en las pantallas otro tipo de personajes, entre ellos figuras como el pintor inglés Turner, objeto del interés del cineasta británico Mike Leigh, que lo convierte en protagonista de su última película.
Titulada Mr. Turner, está cinta ha sido nominada en 4 categorías: de producción, fotografía, vestuario y edición para los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, que harán público el domingo 22 de febrero.
El filme exige mucho del espectador en sus primeras secuencias pero recoge en imágenes de subida belleza, tan parecidas a cuadros que cuesta trabajo diferenciarlas de los mismos, una etapa de la vida de ese pintor, aquélla que transcurre entre los años 1830 y 1851, en que Turner se dedicó preferentemente a recrear a través de sus pinceles paisajes marinos, vistos al amanecer o atardecer, con el deseo evidente de plasmar en sus lienzos y acuarelas la luz mismas.
Ese mismo efecto persigue Leigh con su película, una que a más de imponerse en toma tras toma la belleza pictórica de sus imágenes, se destaca la puesta en escena, ya que se reproducen los rasgos distintivos de sus personajes, principales o secundarios, lo que incluye de manera fundamental vestimentas y mobiliario de los interiores.
A nivel de actuaciones hay que destacar la de Timothy Spell, actor que se encarga de revivir a Turner en la pantalla. Lo hace a base de destacar a más de su fealdad y edad, rasgos característicos de su personalidad como una sexualidad primitiva y sin afeites, una carencia de elegancia y de modalidades refinados, rasgos que hacen evidentes en otras cintas cuando se trata de revivir la época victoriana de modo convencional. Se destacan también pero en contados pasajes su sentimentalismo que contrasta con otras escenas en que se muestra su indiferencia hacia sus propias hijas.
Mr. Turner es una película difícil porque rompe con los esquemas conocidos y presenta, a la manera de su director, Mike Leigh, ambientes, situaciones y personajes, entre ellos los secundarios que se presentan con gran fuerza. La dificultad del filme se acentúa para el público hispanoparlante por la exhibición de la cinta en versión original, sin subtítulos, lo que hace difícil de entender en muchas ocasiones los diálogos del filme.
Queda, sin embargo, cómo recompensa para el público la acendrada belleza visual de las imagenes. Tal parece que Leigh quisiera probarnos que la camarografía, ese elemento absolutamente indispensable en toda película, puede volverse en manos de un director de fotografía tan importante cómo la actuación, recurso en el que se fija sobre todo la audiencia.