Por: Luis Trelles
Es la segunda vez que se lleva a las pantallas del cine la novela detectivesca de Agatha Christie titulada Murder on the Orient Express. Se hace contando con la doble presencia de Kenneth Branagh en la película, ya que aparece como su intérprete principal, el detective Hercule Poirot (también creación de Christie), y de manera invisible, detrás las cámaras, al asumir la dirección.
Se destaca de ambas maneras. Como Poirot asume una personalidad muy diferente a la de Albert Finney en la primera versión, aquélla que data de 1974, y para diferenciarse aparece en la cinta con unos enormes bigotes que hacen parecer distinta su fisionomía.
Dramáticamente el filme le pertenece, ya que Poirot está frente a las cámaras gran parte de la película puesto que su misión consiste en descubrir entre los pasajeros del expreso de Oriente al asesino de uno de ellos.
Se trata de Catchet un hombre rudo y despreciable, papel que asume Johnny Depp. Oculta bajo ese apellido su verdadera identidad pues es en realidad Cassetti, el hombre que años atrás asesinó a la pequeña hija de un matrimonio americano, los Anderson. Es precisamente el deseo de vengar esa muerte lo que causa su asesinato y es Poirot el que interroga a los sospechosos mientras el tren está detenido en los Alpes a causa de una avalancha.
Branagh para hacer diferente su versión y para dotarla de mayor brío, ya que en escencia el relato de Agatha Christie solo se presta al destaque de las actuaciones por sus numerosos diálogos y las tensiones que resultan del mismo, abre la trama por medio de un episodio introductorio que toma lugar en Jerusalén que le permite a Poirot salvar a tres clérigos de la muerte, al descubrir al verdadero culpable del crimen del que se les acusa.
La acción entonces se desplaza al famoso tren y, tras ocurrir el asesinato, le toca al detective belga hallar al autor o autores del crimen. El hallazgo constituye una verdadera sorpresa.
Cinta, por tanto, de actuaciones, dos sobresalen. Son las de Kenneth Branagh y Johnny Depp quienes debido a la importancia de sus papeles reciben las más abundantes oportunidades histriónicas.
Los restantes intérpretes quedan reducidos a actuaciones de conjunto, con algunas más relevantes. Sobresale Michelle Pfeiffer y depeciona Judy Dench caracterizando a una aristócrata rusa que viaja en compañía de su dama de compañía y sus inseparables perros.
A más de las actuaciones, se detacan los esfuerzos de Branagh para darle mayor importancia a los recursos fílmicos como las tomas en picada, las de ángulo oblícuo y la alternación de colores, ya que utiliza el blanco y negro para aquellos pasajes en que se rememore el pasado de los personajes.
Por último estamos ante una producción con valores de producción como el vestuario y la recreación de interiores.