Por Luis Trelles
Figuró entre las cinco películas que compitieron por el “oscar”que desde 1956 concede la Academia de Artes y Ciencias CInematográficas a la mejor cinta extranjera. Es, por tanto un filme, “sobresaliente” pues no han sido muchos los procedentes de Hispanoamérica que han sido nominados en esa categoría.
Nos referimos a No cinta realizada bajo la formula de co-producción y con un presupuesto limitado, lo que se nota en la pobre calidad de su fotografía a colores que carece de nitidez y diafanidad suficientes.
No, lleva al frente de su reparto al actor Gael García Bernal y se basa en El Plebiscito, pieza teatral de la autoría del conocido escritor chileno, Antonio Skarmeta. Se nota esa procedencia teatral sobre todo a los inicios del filme, dirigido por Pablo Larraín. La cinta desarrolla un asunto pocas veces trabajado por el cine, el de una campaña publicitaria muy especial que tomó lugar en Chile con motivo de la convocatoria a un plesbicito por parte del régimen de Pinochet, presionado por las grandes potencias del globo para que consultase al pueblo sobre si deseaba o se oponía a que gobernara la nación por ocho años más.
La compañía del sí, acartonada, pomposa y tradicional, fijaba todos sus esfuerzos en la mostración de un Pinochet diferente, desprovisto de sus galas militares y vestido de civil, sonriente y amigo de recibir flores y besos de mujeres y niños.
La del no, en cambio, era totalmente diferente, se basaba en slogans optimistas, en un estribillo alentador y sobre todo en la mostración de la juventud envuelta en actividades de moda, Tras esas imágenes optimistas y alentadoras es posible inferir que todo lo que fuera represivo y opuesto a la felicidad del pueblo chileno, como el régimen del Genrela Pinochet, resultaba descartable.
A la cabeza de esa campaña se encontraba un grupo de publicistas jóvenes, a cuyo frente figuraba el personaje de Réne Saavedra, asumido por García Bernal. Saavedra en su vida privada compartía su casa con un hijo pequeño y estaba acostumbrado a sacar de problemas a su mujer y madre de su hijo, dedicada a la lucha contra Pinochet.
La cinta abre la pieza teatral que adapta, a lo cinematográfico mediante el uso de las tomas cercanas a las caras de los protagonistas y utiliza el frecuente cambio de escenarios mientras se desarrollan las conversaciones. Estas empiezan en un lugar y concluyen en otro diferente. El filme incorpora también los testimonios de invitados, entre ellos el del ex presidente Patricio Alwyn.
No, por tanto, interesa y envuelve al espectador con su tema diferente y con sus estrategias fílmicas, utilizadas por su director, Pablo Larraín, para transformar la obra teatral de Skarmeta en una cinta representativa de lo cinematográfico.