Luis Trelles
Secuelas de Ocho apellidos vascos, esta nueva película, dirigida por Emilio Martínez Lázaro y protagonizada por Dany Rivera y Clara Lago, sigue la misma fórmula de la cinta anterior, cuyo éxito ha provocado que se ruede esta continuación.
De nuevo nos encontramos con Rafa, ese joven andaluz que no se resignó a quedarse en el país vasco con Amaia, su novia, y que sufre de mal de amores añorada la relación perdida.
El encuentro con Kaldo, el vasco padre de su ex-prometida, lo pone en conocimiento de la inminente boda de Amaia con Pau, un catalán, que se efectuará en la propiedad de la abuela del novio, ubicada en Cataluña. Raudo y veloz se pone en marcha junto a Kaldo para impedir esa boda. El resto de la trama se nutrirá de los incidentes y peripecias en que se ve envuelto Rafa para lograr su objetivo.
Comedia, por tanto, en la que la jocosidad procede de un equipo encabezado por Dany Rivera, poseedor de una cara muy expresiva y de un desenfado que mueve a la risa y del que forman parte dos estupendas actrices, María Rosa Sardá que compone el personaje de la abuela de Pau en forma muy certera y Carmen Machi que se ocupa de caracterizar a Merce, la mujer de mediana edad que aguarda por una declaración de amor del recio Kaldo.
La cinta descansa para mover a la risa a los espectadores en sus chispeantes diálogos y en una comicidad de tipo regional en la que entran a jugar papel muy importante los actuales sucesos que ocurren en Cataluña, esa región de España que busca la independencia.
Por ello y siguiendo el modelo establecido hace tantos años por Bienvenido Mr. Marshall, el filme de Luis G. Berlanga que data de los años cincuenta, la residencia de la abuela de Pau, escenario en que tendrá lugar la boda y el festejo subsiguiente, se transforma- para satisfacer las ansias “independiente”. Esa “independencia”, sin embargo, se verá amenazada por un guardia civil y sus fuerzas que irrumpen indignados en el lugar para terminar con la farsa montada por Pau.
Lo contemporáneo, lo regional y los enredos propios de una comedia ligera, sin gran substancia argumental, forman el andamiaje que sirve de apoyo a Dany Rivera. Éste, con su abundante vis cómica mantiene a los espectadores interesados en la trama y sus complicaciones.