Por: Luis Trelles
Ernest Hemingway revive en la pantalla a través de la película Papa, protagonizada por Giovanni Ribisi y Joely Richardson (en el rol del famoso escritor).
Esta película dirigida por Bob Yari ha sido filmada tanto en Cuba como en Santa Bárbara, California y trata sobre la relación establecida entre el escritor norteamericano, residente en Cuba desde mediados de los años cuarenta y un periodista del Miami Globe, gran admirador de Hemingway, que entra en contacto con él a través de una carta sumamente elogiosa que le gana una invitación de “Papa” Hemingway para visitarlo en Cuba.
El filme se concentra de una parte -la prinicipal- en darnos las alzas y bajas del matrimonio de Hemingway con su cuarta esposa Mary Welch (interpretada muy efectivamente por Minak Kelly) así como sus crisis en una de las cuales contempla suicidarse, evitándolo el periodista.
De la otra, el filme se asoma a la tensa situacion política de la Isla y a la dictadura evidente del régimen de Fulgencio Batista que, en definitiva, tendría que huir en la noche del 31 de diciembre de 1958 para darle paso a la revolución triunfante, encabezada por Fidel Castro.
Papa sufre de una admiración evidente hacia el famoso escritor. Esta se hace patente no sólo en el periodista (interpretado por Giovanni Ribisi) sino en las multitudes que en busca de autógrafos lo asedian en sus frecuentes visitas al Floridita, conocido local habanero.
La trama, además, resulta demasiado sentimental y aun cuando se introducen secuencias con las que se intenta dotar a la película de mayor acción y de una tensión relacionada con la actividad clandestina del escritor en apoyo del grupo revolucionario, Papa, considerado en su totalidad se distingue sobre todo por una caracterización muy convincente de Richardson en el papel de Hemingway.
La ambientación resulta desigual, convincente cuando la acción traslada al espectador a la hoy Casa-Museo de Hemingway, localizada en las cercanías de La Habana, pero se dan otros momentos en la cual superimposición de los personajes en paisajes emblemáticos de la capital cubana como El Morro o el Capitolio, resultan menos efectivos.
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