Por Luis Trelles
Los efectos de la segunda guerra mundial aún se sienten en el mundo. Sobreviven numerosas personas que sufrieron los horrores de los campos de concentración, fueran los de los nazis o de los japoneses y quedan también sobrevivientes entre los que combatieron en la terrible guerra, muchos de los cuales fueron prisioneros del enemigo bajo condiciones inenarrables.
Uno de esos ex combatientes se convierte en el personaje central de The Railway Man. Cuando lo conocemos, en los años ochenta, sigue experimentando en su vida los efectos de sus años como prisioneros de los nipones en el sureste de Asia, cuando tras la capitulación de Singapore, fue obligado en unión de sus compañeros a trabajar forzadamente en la construcción de un ferrocarril que haría posible la comunicación entre Burma y Siam.
Este hombre aun cuando habita con su esposa, a la que ama, experimenta de contínuo el recuerdo de tan terrible tiempo y el trato recibido en cautiverio. Ese recuerdo lo mueve a buscar vengarse de quien fue instrumental en inflingirle tales maltratos.
Por ello regresa al escenario de su prisión acicateado por el odio hacia quien lo maltrato.
Ese es en esencia el tema de The Railway Man, cinta británica dirigida por Jonathan Teplitsky y en la que figuran como protagonista populares intérpretes del cine, Colin Firth y Nicole Kidman. Ellos forman la pareja central de un filme que le ofrece mucho más oportunidades de destacarse a Firth que a Kidman, ya que el papel de esta aunque importante esta supeditado al de la figura central.
Al moverse entre dos tiempos la película, el pasado distante y la década de los ochenta, esta alterna sus imagenes entre ambas épocas y entre momentos románticos, los del inicio que suceden en la década de los ochenta, en que se muestra el encuentro fortuito del protagonista con la que sería su esposa y pasajes bélicos- los más- que suceden en la prisión y que presentan muy a lo vivo los tormentos inflingidos a los prisioneros y en especial al personaje central.
Estamos ante un filme que transita por territorio de sobra conocido- abundan las peliculas centradas en la segunda guerra mundial y sus horrores- por lo que la razón de ser de esta “recurrencia” radica en el hecho de que la película permite el destaque histriónico tanto de Colin Firth en un rol muy diferente, por intensamente dramático, de los que le vemos usualmente y Nicole Kidman, vista también bajo una óptica distinta a la de sus roles tradicionales.
Además con la perspectiva que brinda el tiempo, esta cinta ofrece una solución muy diferente a la que tenían sobre este conflicto los filmes que corresponden con los años de esa guerra.
Esta nueva mirada opta por una solución que resulta enaltecedora para su personaje y en sintonía con actitudes muy diferentes a la del tradicional “ojo por ojo y diente por diente” de antaño.