Por: Luis trelles
Las figuras controvesiales, por el mismo hecho de serlo, no admiten términos medios: o se está a favor de las mismas y de sus acciones, o se está en contra.
Oliver Stone, director americano con una larga trayectoria fílmica, se ha distinguido en el curso de su carrera por su preferencia por las mismas. Pueden ser estas ex-presidentes de Estados Unidos como Nixon o personajes de menor categoría como el protagonista de su película titulada Born the 4th of July. Hoy, con el estreno de Snowden se comprueba una vez más esa tendencia tan evidente en sus filmes.
Selecciona para su nueva película, Snowden, la figura de Edward Snowden. Este en los primeros días del mes de junio de 2013 hizo públicos numerosos documentos de caracter secreto, referentes a las labores de la Agencia de Seguridad Nacional y a la manera como recolectaba datos sobre los ciudadanos del país, sin que estos supieran de esa vigilancia.
Snowden, tras hacer públicos tales documentos, huyó a Rusia, donde se refugió y reside ya que no puede regresar a los Estados Unidos.
Ese es el argumentos que establece el filme, presentando sus reuniones en Hong-Kong con una cineasta y dos periodistas, encargados de difundir tales informaciones.
El métodos seguido por el cineasta en su cinta descansa en las frecuentes vueltas atrás (“close-ups”) que nos permiten desde ese dificil presente, recuperar el pasado de la figura.
Conocemos así de su servicio militar, su enamoramiento y posterior relación con Lindsay Mills así como la enfermedad que padecía (epilepsia) pero, sobre todo, la cinta nos muestra sus actividades al servicio de distintas agencias del gobierno norteamericano, especialmente la CIA y la ya mencionada Agencia de Seguridad Nacional.
La película ofrece también la paulatina transformación de Snowden que dejó de ser una figura conservadora para evolucionar hacia una postura liberal que lo llevó a sustraer y hacer públicos tales documentos.
Ejemplo del modo de hacer cine de Oliver Stone, la cinta descansa durante gran parte de su desarrollo en tomas en las que los personajes centrales exponen sus ideas. Las mismas alteran entre la esfera de lo profesional y lo íntimo. Sólo al final la tensión se hace manifiesta y el ritomo se acelera.
Joseph Gordon Lewis asume el papel titular y lo hace en forma muy circunspecta por lo que su caractarización resulta bien monótono y unidimensional. Junto a él, Zachary Quinto y Tom Wilkinson interpretan con convicción a los periodistas convocados para ser portavoces de los secretos revelados por Snowden y una joven intérprete, Sharlene Woodley, se hace cargo del único personaje femenino de importancia.
Ejemplo de cine biográfico con implicaciones políticas, el filme está centrado en una figura que provocó en su momento grandes discusiones y responde a las preferencias temáticas y estíliticas de Oliver Stone.