Por Luis Trelles
Una obra de misericordia, la de enterrar a los muertos, se convierte en la razón de ser de la película de nacionalidad húngara, Son of Saul. Esta cinta que viene precedida de un reconocimiento de importancia, la concesión a la misma de la Palma de Oro en el festival internacional de cine de Cannes, figura también como una de las cinco candidatas escogidas por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas para competir por el Oscar a la mejor cinta en lengua extranjera que se anunciará en ceremonia televisiva el próximo 28 de febrero.
“Opera prima” del realizador László Nemes, su argumento gira en torno a los esfuerzos desesperados de un judío prisionero de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, perteneciente a los “sonderkomandos”, encargados de conducir a los judíos que llegaban al campo de concentración donde se encontraba, a las “duchas” donde serían asesinados masivamente, tras despojarlos de sus ropas y pertenencias.
Entre los así ejecutados se encuentra un niño y Saul, personaje central de la película, gastará las casi dos horas de tiempo de duración de la misma tratando desesperadamente de obtener el cuerpo del niño para conducirlo fuera del campo y enterrarlo en los bosques aledaños. Para ello no solo tendrá que obtener que se le entregue el cadáver sino encontrar, entre los destinados a la muerte, un rabino que ejecute los ritos asociados con tal ceremonia fúnebre.
El filme, sobrecogedor por su tema, es notable ejercicio en creación cinematográfica. La cámara se centra de continuo en el personaje de Saul, interpretado por Géza Röhrig y en sus andanzas en un ambiente de muerte y continuo horror. Saul se nos presenta en largos recorridos, captados por la cámara en mano y muchas veces mostrado a los espectadores desde la nuca, para enfatizar que al personaje todo lo que le rodea le es indiferente, embargado como se halla en la empresa que desea llevar a cabo.
Al logro de la cinematografía se añade el de la banda sonora que acompaña a las imágenes, nutrida con los gritos, alaridos y ruidos asordinados que de continuo recuerdan a los espectadores el horror de la situación que se presenta ante sus ojos.
Son of Saul es un filme sin concesiones de ninguna clase, ejemplo depurado de un estilo fílmico que logra comunicar todo el espanto de una situación límite, descrita con maestría en la película.