Dos de los recursos favoritos del cine norteamericano son el final feliz y la acción paralela. El empleo del primero le permite a los espectadores salir contentos del cine en tanto que el segundo -la acción paralela- dota a las cintas, muy en particular de los Estados Unidos, de ese dinamismo que encanta a la audiencia.
Still Alice, película recién estrenada, tiene como protagonista a Julianne Moore y ha sido dirigida por el binomio formado por Richard Glatzer y Wash Westmoreland. Este filme los utiliza a ambos y ante lo desolador que resulta su personaje central, dada la enfermedad incurable de que padece, le saca el mejor partido posible al primero a fin de dejar en el público una certeza: la de que el amor todo lo alivia, al ser la gran fuerza de la vida.
Alice, caracterizada por Julianne Moore es una actuación que le ha ganado -al fin- el premio de mejor intérprete femenina protagónica del año 2014, es una destacada profesora de la Universidad de Columbia, de mediana edad, casada y madre de tres hijos ya crecidos que combina en su atareada vida la labor académica con las tareas domésticas. La conocemos reunida con toda su familia en una ocasión feliz: la celebración de su quincuagésimo cumpleaños.
Pronto, sin embargo, su situación existencial se complicará con la aparición de síntomas que la llevan a consultar un médico y ser diagnosticada con Alzheimer que además puede haber sido transmitido a sus hijos (una de sus hijas, en efecto, averiguará que también padece de ese mal).
La cinta, pues, se concentra en ese doloroso proceso de pérdida de sus facultades mentales, que en su caso, es de tiempo acelerado.
Escena tras escena la cinta presenta situaciones y momentos en que se hace patente al espectador tal deterioro progresivo de la protagonista.
Una escena en particular se impone en el recuerdo. Es aquella que muestra a Alice haciendo su ejercicio diario cuando, de pronto, se desorienta de tal forma y con tal intensidad que por unos segundos no acierta a comprender dónde se encuentra. El momento está captado por la cámara con suma eficacia al utilizar el campo visual que ve la protagonista para dar el entorno cada vez más desdibujado e impreciso que la rodea.
El filme cuenta con una actuación muy lograda de Julianne Moore. La suya no descansa en intensos efectos dramáticos sino que su trabajo histriónico se basa sobre todo en la sutileza de sus expresiones. Ellas revelan al espectador sus incertidumbres y confusiones. Tan solo en pocas escena se permite la actriz momentos de subida emoción, lo cual hace su labor más difícil.
Secunda a Julianne Moore el actor Alec Baldwin que asume el rol de su esposo que se vuelve su apoyo en ese progresivo deterioro que vive la protagonista.
Un intento de suicidio, frustrado por circunstancias imprevistas, forma parte también de la trama, cuyo final ambiguo queda abierto a variadas interpretaciones.