Por Luis Trelles
El cine argentino gozó de gran popularidad entre los años 30 y 50 del pasado siglo, creando su propio sistema de estrellas con figuras como Libertad Lamarque y Hugo del Carril en el género musical; Luis Sandrini y Nini Marshall en la comedia y Pedro López Lagar, Mecha Ortiz y Amelia Bence en lo dramático.
En nuestro tiempo, sin embargo, ha sufrido un cambio radical por la extinción de ese cine de estudios y la desaparición de sus antiguas personalidades. En tiempos recientes han sobresalido Adolfo Aristarain en las décadas de los sestenta y ochenta y actualmente, Ricardo Darín.
Este actor se ha convertido en el mayor aliciente de las películas argentinas que nos llegan y su fama se ha acrecentado con filmes como El secreto de sus ojos, cinta de esa nacionalidad receptora recientemente del “Oscar” a la mejor película extranjera que concede anualmente la Academia de Artes y Ciencia Cinematográficas.
Es precisamente Ricardo Darín el protagonista del filme que reseñamos, Tesis sobre un homicidio. En esa cinta, Darín asume el rol principal, el de Robert Bermúdez, abogado y profesor universitario que dicta un seminario sobre derecho penal a un grupo de alumnos, entre los que se cuenta Gonzalo, joven enigmático y misterioso.
La muerte de una chica en el estacionamiento de la facultad donde ambos concurren, da lugar para que Bermúdez sospeche que se trata de un homicidio perpetrado por Gonzalo y para probarlo se envuelve en una búsqueda incesante de datos y pruebas que confirmen sus sospechas. En el proceso conocerá a la hermana de la joven asesinada y experimentará una profunda crisis.
Este argumento se convierte en realidad fílmica en la película, una que comienza bien -descansando para crear la tensión- en el misterio que rodea al personaje de Gonzalo, figura que desconcierta cuando irrita al profesor Bermúdez.
La trama decae a medida que progresa la acción y se vuelve tediosa hacia la mitad del filme como consecuencia de la falta de intensidad de la cinta y por lo absurdo que resulta el cambio del protagonista, que abandona del todo el salón de clases para volverse un investigador celoso, empeñado en probar una culpabilidad sin tener evidencia suficiente.
Cinta para el destaque de Darín, el actor aparece en casi todas sus escenas y consigue con su personalidad interesar al público por un rato, tan solo por un rato, en un protagonista carente de la suficiente lógica en su planteamiento como para volverse convincente.
La película dirigida por Hernán Goldfrid, es una decepción fílmica evidente y descansa tan sólo en las actuaciones tanto de Darín como de Roberto Ammann, joven actor que interpreta el papel de Gonzalo y receptor del premio Goya como mejor revelación por su segundo filme, titulado Lope, del año 2010, en el que encarnó a Lope deVega.