Por Luis Trelles
Segunda de las películas pertenecientes a la trilogía en progreso agrupada bajo el título de The Hunger Games, esta nueva producción se denomina Catching Fire y continúa la saga de Katniss Everdeen, la triunfadora de los juegos del hambre, vista por primera vez en la cinta inicial de la serie. Esta se inspira en los libros para jóvenes adultos escritos por Suzanne Collins y en ellos se describe un mundo del futuro dominado por un tirano sin escrúpulos, el presidente White, que busca sojuzgar a los habitantes de la región, agrupados en distritos.
Katniss pertenece al duodécimo distrito donde vive en compañía de su madre y su pequeña hermana. Al comenzar el filme se da cuenta de que a pesar de que triunfó en los séptimo-cuarto juegos del hambre, se la está utilizando por el presidente, contando para lograr sus designios con la ayuda de un colaborador a que debe enfrentarse el dúo.
Los mismos se posesionan de la media hora final de este largo filme en el que se acumulan peligros que sólo en el cine pueden ser vencidos: ataques de monos salvajes y de pájaros sanguinarios, nieblas mortíferas e inundaciones del tipo de los devastadores tsunamis que han sucedido recientemente. Se añaden a los mismos los ataques de los diferentes competidores que luchan por ser los sobrevivientes de tan sanguinarios juegos. Katniss en definitiva será la que consiga la victoria, con lo cual nos espera una tercera y conclusiva cinta sobre el tema.
La película resulta una especie de “pastiche” en el que se dan escenas y vestuarios semejantes a los de Cleopatra que protagonizará Elizabeth Taylor en los años sesenta, o situaciones que parecen inspiradas por Los pájaros, el filme de Alfred Hitchcock sobre la rebelión de las aves contra el género humano pero que son solo momentos del filme. Este en su primera mitad evoca un ambiente depresivo a base de la combinación de escenarios desolados con gamas de color que les hacen juego.
La cinta es, por tanto, un filme de aventuras fantásticas que tienen poca lógica argumental aunque abundan los todo poderosos efectos especiales de tipo digital. Un vestuario en ocasiones ridículo por lo que parecen algunas de sus creaciones se pone al servicio de un reparto presidido por Jennifer Lawrence, la ganadora del “oscar” concedido por la Academia a la mejor actriz protagónica del año 2012 y en el que figuran dos sólidos intérpretes, Donald Sutherland y Philip Seymour-Hoffman pero es, sin lugar a dudas, Jennifer Lawrence la que ocupa el mayor tiempo ante los espectadores como la heroína indiscutible e indestructible de la película.