Por Luis Trelles
Bryan Cranston fue el protagonista de Trumbo. Se reveló en esa película como un intérprete capaz de reflejar en la pantalla tanto los manierismos asociados con el aspecto exterior de Dalton Trumbo, el guionista del cine norteamericano que en el apogeo de su fama como autor de libretos cinematográficos fue acusado ante el Comité de Actividades Anti-Americanas del Congreso de los Estados Unidos como simpatizante del comunismo. Formó parte así del grupo conocido como Los 10 de Hollywood que se encontraron tras el juicio seguido en su contra inhabilitados para trabajar en la meca del cine, como el interior del personaje.
Hoy en The Infiltrator asume un rol totalmente diferente, demostrando con su interpretación que los buenos actores son capaces de asumir papeles totalmente diferentes con el mismo grado de intensidad y convencimiento.
En The Infiltrator, Bryan Cranston hace un papel dual. De una parte es Robert Mazur, personaje de la vida real, padre de familia y amante esposo y, de la otra, se convierte, por imperativo de su trabajo como agente de aduanas en Bob Musella, haciéndose pasar por un hombre de negocios con conexiones internacionales e influencias en el mundo de las finanzas como para poder “lavar” dinero para el poderoso cartel de Medellín, a cuyo frente se encontraba Pablo Escobar.
Cuenta con un compañero puertorriqueño, Emir Abreu, papel que interpreta John Leguizamo, y ambos, trabajando juntos, consiguen infiltrarse en la organización, no sin antes pasar sus trabajos y exponerse a riesgos letales, y llegar hasta el mismo Escobar.
El motivo que sirve para reunir a todos los involucrados en el lucrativo negocio de las drogas en la ciudad de Miami, es la “boda“ de Musella con su supuesta novia, otra agente, interpretada por Diane Kruger.
Se produce así la detención de todos esos mafiosos y el retorno a la vida normal del agente, poniéndole fin a su doble vida.
La película interesa por el énfasis que pone en descubrirle a los espectadores la red financiera que hacía posible volver ”limpio” el dinero tan suciamente obtenido. Por ello aunque se dan en la cinta escenas muy violentas, éstas resultan necesarias y no ceden en importancia a aquéllas otras presididas por otro tipo de tensión. En dichos pasajes se elabora el plan del infiltrado y su colaborador destinado a hacer caer en una trampa colectiva a figuras tan notorias del tráfico de drogas.
Un aspecto que no se explora lo suficiente es el de la doble vida del protagonista que crea más de una situación difícil para la relación matrimonial.
El filme, dirigido por Brad Furman, es sobre todo una comprobación evidente del talento actoral de Bryan Cranston que tiene en esta cinta más posibilidades para la diversidad histriónica que en Trumbo, cinta por la que obtuvo la nominación como mejor actor protagónico para los Óscares otorgados este año y reconocimiento que -en definitiva- fue otorgado a Leonardo Di Caprio por su papel en The Revenant.