Por Luis Trelles
The vessel (El navio) es una cinta procedente del cine independiente norteamericano que se exhibe en Puerto Rico. Tiene el interés para nosotros de haberse filmado en La Perla y de formar parte de su reparto conocidas figuras del cine y la televisión puertorriqueñas, desempeñando se casi todas en papeles secundarios pues caracterizan a habitantes de un pueblo innombrado. Ellos viven en perpetuo duelo por la pérdida de sus niños, muertos como consecuencia de una gigantesca ola que embistió con toda su furia a dicha población. Son estos actores y actrices Jorge Luis Ramos, Marián Pabón, Elia Enid Cadilla, Sunshine Logroño y Eugenio Monclova, entre otros.
Estamos ante un filme que en su versión en español la que hemos visto- acude a la conocida fórmula de hacer pasar a Puerto Rico por lo que no es, un lugar sin nombre ubicado en la vasta geografía de América Hispana y que emplea el talento local en paneles muy breves, con algunas excepciones: Aris Mejías y Jacqueline Duprey en roles de importancia.
Los protagonistas son dos: el actor norteamericano Martin Sheen (cuyo verdadero nombres es Ramón Estévez, hijo de un inmigrante español y una madre irlandesa, quien ha hecho una sólida carrera en los cines anglo-parlantes desde 1967), que asume el rol del padre Douglas y Lucas Quintana, que interpreta a Leo.
Leo es un hombre joven, cuyo hermano ha muerto, victima del tsunami que acabó con los niños y que cuida de su madre, Fidelia (papel que corre a cargo de Jacqueline Duprey). Fidelia se mantiene muda y como ausente, resultado también de la catástrofe.
El padre Douglas, a su vez, es el que sostiene a estos seres tan marcados por la desgracia, brindándoles los consuelos de la religión católica.
Versión en español
Versión en inglés
Con esa carga tan evidente de símbolos religiosos y con una tendencia muy marcada al hieratismo el director del filme -Julio Quintana- nos ofrece una cinta de manifiesta lentitud. En ella los acontecimientos cruciales son pocos y toman su tiempo en hacerse presentes. Se suceden, en cambio, las imágenes que muestran a los habitantes del lugar en situaciones extremas como la muerte o enfrentándose en otros pasajes a lo asombroso inexplicable, como lo es la recuperación de Leo tras considerarsele muerto, hecho que los pobladores acogen como milagroso.
Sobresale sobre todo la excelente camarografía de que se dota a la producción y en algunos momentos, las escenas presentadas con gran fuerza e impacto como el regreso del agua a las casas desprovistas del precioso líquido o las tomas que muestran el poderío del Océano. Este puede ser destructor, emblemático o liberador de los personajes y sus traumas.