Por Luis Trelles
Una de las pocas películas italianas que se estrena entre nosotros, Viva la libertad es una comedia fársica y satírica, dirigida por Roberto Andó y protagonizada por Toni Servillo, que se exhibe en versión original, hablada mayormente en italiano y y en algunas secuencias, en francés, pero con subtítulos en español.
Su personaje central es una destacada figura del gobierno, adusto y severo, que desaparece un día sin darle aviso a su más fiel colaborador para trasladarse a París y vivir allí en la casa de una antigua enamorada, casada con un director de cine y madre de una pequeña hija.
Su más cercano colaborador, al darse cuenta de la desaparición y para aplacar a la opinión pública que reclama su presencia, contacta al hermano de esta figura, recluido en un centro para enfermos mentales y lo hace pasar por el ausente.
Se inicia así una trama que muestra lo que acontece tanto en Italia donde el reemplazante galvaniza al publico con sus manifestaciones como en Paris, donde el funcionario desaparecido reinicia su relación con un antiguo amor mientras observa su trabajo en una nueva película.
Este argumento resulta intrigante y a a la vez fascinante, por lo que implica de cambio drástico de la vida y apertura hacia nuevas posibilidades existenciales, tanto en el terreno de lo político como en la esfera intima y sentimental.
La cinta tiene como aporte esencial la actuación de Tony Srvillo que asume ambos roles con una maestría digna de admiración, matizando cada uno de ellos con rasgos que resultan definitorios.
La cinta en su aspecto formal descansa en la conocida técnica de la acción paralela que le permite simultanear ambas historias y que le brinda al filme, más de la maestría interpretativa de Sevillo, una movilidad muy propia del cine.
A diferencia de otras películas, Viva la libertad mueve a reflexionar sobre el tema que domina la cinta, presentado anteriormente en filmes como el de Antonini, The Passenger. Cabe preguntarse después de ver la cinta, ¿Es posible cambias la identidad propia sustituyéndola por otra? y, si ellos no es del todo posible como parece afirmarla película, la experiencia de asumir la vida de otra ¿cambia de alguna forma, la manera de ser que dominaba antes del cambio a cada uno de los que intercambian vidas? Esta interrogante queda en el aire a través de un final tan sorpresivo como lo fue la premisa inicial de la película.