Por Luis Trelles
Los grandes directores de cine no suelen realizar sus mejores películas al término de sus carreras cuando cargados de años filman nuevas cintas. Basta recordar a Federico Felleni, cuya producción postrera, Las voces de la luna, resulta insoportable o a Fred Zinnemann ya que Five Days, One Night no está a la altura de sus mejores títulos como High Noon o A Man for All Seasons.
Esos ejemplos vienen a la memoria a propósito de Wonder Wheel, filme dirigido por Woody Allen que poco se parece a cintas suyas anteriores como Annie Hall o Manhattan.
Este director, renovador de la comedia a principios de los años setenta del pasado siglo, cuenta hoy con 82 años de edad y este filme que reseñamos, su último proyecto, nos regresa a su ciudad favorita, Nueva York, tan presente en tantos de sus filmes. El lugar seleccionado para este regreso fílmico no es Broadway ni otras partes de Manhattan sino Coney Island, donde se encuentra el parque de diversiones así nombrado y su playa aledaña. Allí habitan y se mueven sus personajes en esta ocasión. Son cinco en total, cuyas vidas se relacionan por vínculos familiares y también, conforme avanza la trama, por las complicaciones amorosas y sentimentales.
Humpty y su esposa, Ginnie, son respectivamente una camarera de un restaurante del parque y su esposo, operador del carrusel. Forma parte del núcleo familiar, el hilo de Ginnie, niño que es pirómano, cuya diversión es prender fuegos en los lugares más inesperados.
A la casa del trío llega inesperadamente Carolina, una atractiva chica, hija de Humpty, huyendo de un pistolero al que ha abandonado y cuyos secuaces la buscan para vengar la traición.
A este cuarteto se une Mickey, estudiante universitario, que varias veces drante la progresión de la trama, se dirige al público para comunicarle sus pensamientos.
Los problemas de este grupo se agravan y se convierten en el motivo central de la cinta cuando Mickey entabla relaciones íntimas con Ginnie y a su vez se siente atraído hacia Caroline, a la que enamora. Se despiertan así los celos de Ginnie hasta tal punto que la película concluye trágicamente.
Drama cargado de pasión, Wonder Wheel no es el mejor filme de Allen. Ausentes están su sentido del humor, tan marcadamente étnico, y sus situaciones complicadas que mueven a la sonrisa. Se da, en vez, el drama repetitivo y el alargamiento del conflicto.
Un elenco presidido por Kate Winslet, que asume el rol de Ginnie, cumple con efectividad con las exigencias de sus respetivos papeles pero es Winslet la que domina el filme, ofreciendo una actuación cargada de intensidad y muy alejada de otros de sus roles pero con la misma versatilidad demostrada a lo largo de su carrera.