Cada día, Kaday, una joven de 17 años, va a la escuela encendiendo un radio. Es una de un millón de estudiantes en Sierra Leona que no tiene un salón de clases al que ir desde Julio, cuando el gobierno cerró todas las escuelas debido a la epidemia del Ébola. Pero eso no significa que los niños han dejado de aprender.
En octubre de 2015, el gobierno lanzó un programa educativo radial, en alianza con la UNICEF y varias organizaciones de desarrollo. Los maestros escriben y graban lecciones de una hora que son transmitidas en 41 emisoras de radio, así como en el único canal televisivo del país. Los niños de menor edad sintonizan en la mañana y los mayores durante la tarde y la noche.
“Esto es para asegurar que los derechos de los niños a la educación no se interrumpan, incluso cuando se han cerrado escuelas” dice Wongani Gracia Taulo, jefe de educación de UNICEF en Sierra Leona. “El cierre de las escuelas fue hace más de medio año. Las consecuencias pueden ser devastadoras cuando los niños simplemente se quedan en casa y pierden sus logros académicos.”
Cada semana, las organizaciones asociadas a UNICEF visitan alrededor de 2,000 hogares de niños en edad escolar para cotejar cuántos están escuchando sus lecciones. Inicialmente, menos del 20 por ciento estaba sintonizado. Sin embargo, los números han incrementado poco a poco. En su mejor momento, más del 70 por ciento de los estudiantes estaban sintonizando. La tasa promedio, según Gracia Taulo, es de aproximadamente 50 por ciento.
Incluso antes de brote de Ébola, las lecciones de radio son cruciales en un país cuyo sistema educativo se vio debilitado luego de una guerra civil de una década. Menos del 45 por ciento de los adultos sabe leer y escribir, y la tasa de asistencia a la escuela secundaria entre los niños y niñas adolescentes es de 40 y 33 por ciento, respectivamente. El Ébola ha amenazado con revertir cualquier progreso que Sierra Leona y sus vecinos Guinea y Liberia hayan hecho en la reconstrucción de sus escuelas. Cuando finalmente vuelven a abrir las escuelas en Sierra Leona, Taulo añade, los programas de radio se ajustarán para servir como un complemento -en lugar de una alternativa- a las aulas. No obstante, la escuela por radio no es una solución perfecta.
La radio es, sin duda, la forma más común en que los sierraleoneses obtienen su información, de acuerdo a estudios de estimación que sostienen que entre el 70 y el 90 por ciento de la población sintonizan diariamente. Pero el número de personas que realmente es dueño de una radio es sólo un 25 por ciento, afirmó el ministro de educación del país a la Agencia France -Presse. Y eso es una “estimación generosa”, dice Chernor Bah, defensor de los derechos de niñas de Sierra Leona. Él ha estado ayudando a asegurar que el programa de radio llega a la mayor cantidad de niños de bajos recursos como sea posible
“Con las adolescentes, hay un reto aún mayor”, dice. “Las niñas tienden a hacer frente a la carga adicional de mantener a sus familias. Así que en lugar de estar en casa escuchando la radio, la mayoría de las chicas estarán de venta de comida al aire libre. ”
Incluso si los estudiantes escuchan, dice Bah, el programa de radio no les da la oportunidad de interactuar con los profesores y otros estudiantes. El gobierno anima a los estudiantes a enviar preguntas a través de mensaje de texto, pero la mayoría de los estudiantes más pobres no pueden permitirse un teléfono.
Organizaciones como BRAC, una de las organizaciones de educacion más grandes del mundo, han tomado iniciativa ante esta situación. Con apoyo del Malala Fund, la organización sin fines de lucro ha comprado radios para 1,200 de las niñas más marginadas en Sierra Leona. También ha creado 40 salones informales, donde seis o siete niñas se reúnen con un mentor hasta cuatro veces a la semana para discutir las lecciones correspondientes, aprender del Ébola y discutir retos personales.
Chernor Bah recuerda particularmente a Kaday, una joven de 17 años, cuya madre fue una de las primeras trabajadoras de salud en Sierra Leona en morir de Ébola. “Ésta es la historia de una niña que ha pasado por demasiado”, dice Bah. Antes del brote del Ébola, sus padres la mandaron a vivir con su tía en la ciudad, con esperanzas de que Kaday pudiera obtener educación allí. Pero su tía trató de convencerla de que sostuviera relaciones sexuales con un hombre mayor a cambio de dinero y la trataba como una sirvienta.
“Esta joven tiene ahora 17 años y apenas está en sexto grado debido a todo el vaivén”, sostiene Bah. “El club escolar es el lugar donde ella vuelve a sentirse normal”. Kaday había tomado su examen de aprobación de sexto grado cuando las escuelas fueron cerradas. Lo único que ella desea, según Bah, es volver a clases. “Una niña así no se olvida”.
El texto original fue redactado por Linda Poon y publicado en www.npr.org.
Crédito de fotos: UNICEF.
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