Por Luis Trelles
El título de esta película identifica a sus tres protagonistas, alrededor de los cuales gira toda la trama. Quedan, sin embargo, muchos otros aspectos relacionados con los mismos, a más de esa muerte anunciada, que se van descubriendo a medida que progresa el filme.
Este trío central está formado por estudiantes del último año de secundaria, avecindados todos en las cercanías de Pittsburgh y representativos tanto de la clase media de los Estados Unidos como de su población afroamericana.
Son Greg (el “Me” del título de la cinta) y la joven que debe enfrentarse a la muerte, llamada Rachel. Ambos están en mejor posición socioeconómica que Earl, el afroamericano, que vive en un barrio más pobre. Son todos los compañeros de la escuela secundaria y la amistad de Greg con Rachel, a la que se une posteriormente Earl, amigo inseparable de Greg, se inicia de manera forzada por imperativo de la madre de Greg, que lo obliga literalmente a entablar ese contacto amistoso.
Lo que acontece después y que se va revelando progresivamente es imaginativo, irónico en ocasiones y jocoso, en otras. Se caracterizan esos encuentros por su carácter antiromántico y antisentimental casi hasta la conclusión de la cinta.
Esta película, que fue una de las favoritas del reciente Festival de Cine Independiente de Sundance, es obra del director Alfonso Gómez Rejón, que utiliza todo tipo de recursos para contar su historia.
Así abundan las tomas fluidas que se desplazan de uno a otro personaje evitando los tradicionales enlaces entre uno y otro. Se destaca su uso de la cámara, cuyo emplazamiento cambia de continuo, para desde ángulos inusitados ofrecer las imágenes de sus tres protagonistas. Las actuaciones son ofrecidas por nuevas figuras del cine norteamericano y se caracterizan por su combinación de candor y sencillez, evitando al máximo el dramatismo, salvo en las secuencias terminales.
Me, Earl and the Dying Girl es un filme que cuenta de manera diferente y por ello novedosas una historia de amor y compañerismo entre estudiantes, sin olvidarse de intercalar frecuentemente en las escenas referencias trastocadas a títulos muy importantes del cine, entre ellos el de Citizen Kane, la obra magna de Orson Welles. Se convierte así la cinta de Gómez Rejón en una de homenaje a películas significativas de la historia del medio fílmico.