Por Luis Trelles
Los Condenados es el segundo largo-metraje de Roberto Busó-García (el Primero, Paging Emma, data de 1999). Su trama se centra inicialmente y por buena parte de la película en un personaje femenino, Ana Puttnam, que regresa al pueblo de Rosales, lugar donde sucede la acción; con su padre, el Dr. Puttnam, muy enfermo e incapaz de pronunciar palabra alguna, acompañado de la enfermera que lo atiende. Forma parte del grupo una encargada de preparar todo lo concerniente a una celebración en que se inaugurará el museo dedicado al enfermo, idea que su hija ha desarrollado con tesón y suma dedicación.
El pueblo de Rosales, sin embargo, les resulta hostil y en particular Clara, una anciana que resiente a los Puttnam de manera muy especial y cuyo enfrentamiento con Ana, cercana ya la conclusión del filme, aclara los misterios que encierra la trama de esta película que además es muy ambiciosa en su alcance, ambición que no se explica adecuadamente sino súbita y festinadamente a la conclusión de la cinta.
En lo formal el proyecto resulta cuidado prestándole la atención necesaria a la ambientación, situada en una gran casa que frecuentemente aparece en pantalla mientras se desarrolla la historia de Ana y de su padre.
La fotografía, en particular, obra de Pedro Villalón Meunier resulta efectiva en crear una atmósfera de misterio, atemperando luces y sombras a las intenciones del realizador. Estas oscilan, en lo que a género se refiere, entre lo misterioso y tensional y lo dramático excesivo (melodramático) como se evidencia del propio filme.
Un elenco presidido por la mejicana Cristina Rodlo y del que forman parte intérpretes locales como Axel Anderson (Dr. Puttnam); Luz Odilia Font (Clara, la anciana ciega); Cipriano (René Monclova), el cuidador de la misteriosa casa; Dolores de Pedro (la enfermera), Rocky Venegas (el chofer) y Marisé Alvares ( la asistente de Ana) cumplen satisfactoriamente con sus respectivos papeles aunque no los ayuda el guión, co-establecido por el propio Buso-García y Daniele Schleif, con sus parlamentos y la confusión inherente a la trama.
La presencia en las postrimerías del filme de la actriz cubana Daysi Granados (recordable por su presencia en cintas de esa nación como Retrato de Teresa y Cecilia) sirve entre otras cosas para “aclararle” al espectador la verdadera identidad de Ana Puttnam.
Estamos, por tanto, ante un nuevo filme puertorriqueño confusamente desarrollado y que se resiente además de un ritmo demasiado lento. Los condenados no se decide entre las dos posibilidades que presenta su trama: la de ser una cinta de terror y misterio o la de seguir la vía de lo melodramático a cabalidad, o -inclusive- abrirse a lo socio-político en clave crítica, posibilidad que también se hace presente en algunas de sus escenas.