Por Luis Trelles
The Artist es una rareza en el panorama cinematográfico. Acostumbrados semana tras semana a ver las películas que se estrenan habladas, en colores y con sobreabundancia de efectos especiales, la exhibición de esta cinta causa asombro y sorpresa.
Esta producción francesa, mostrada en Cannes en su edición correspondiente al año pasado le ganó a su protagonista, Jean Dujardin, el premio a la mejor actuación masculina vista por el jurado en la referida muestra.
Lo muy significativo del filme a más de la faena interpretativa de Dujardin es el hecho de que carece de diálogos hasta su escena final. Ver The Artist significa, por tanto, retrotraerse al pasado del cine y a su época silente, aquélla que terminó en el año 1929 con la generalización de las películas parlantes.
La trama trae a la memoria otros filmes como Singin in the Rain que trabaja el mismo tema y se centra en un caso similar al de The Artist. Este filme, The Artist, se centra en George Valentín, interprete exitoso del medio fílmico, que al posesionarse la palabra de las películas pasa con rapidez de actor silente al olvido, el alcoholismo y la penuria. A la vez, Peppy Miller (interpretada por Bérénice Bejo) se convierte en famosa actriz del cine sonoro conservando siempre la admiración transformada en amor por el ídolo silente, al que conoció de manera accidental en 1927.
El argumento de The Artist no ofrece novedad alguna y es derivativo-imitativo de otros filmes como el ya citado o, inclusive, de la carrera de algunas personalidades del pasado como John Gilbert que sufrió una suerte semejante a la del protagonista.
Lo que sorprende es el acopio de recursos usados por la cinta procedentes del cine silente en que la imagen dominaba por completo las producciones.
The Artist es un muestrario de técnicas de dicho cine. Usa abundantemente los barridos (“wipes”) y sobre todo el abrir y cerrar en iris las escenas como medio de pasar de una situación a otra. Emplea en momentos muy dramáticos las tomas en ángulo oblícuo que tan bien describen el desequilibrio provocado por las crisis por las que pasa su personaje central; usa con acierto los grandes planos o extremos close-ups del rostro de sus intérpretes; recurre al final feliz con rescate de última hora, hecho famoso en cine por David W. Griffith, el padre del lenguaje cinematográfico y rinde homenaje a figuras y cintas de ese pasado silente como Douglas Fairbanks, padre y sus filmes, por citar tan sólo un ejemplo. Sobre todo se impone su banda sonora que contribuye poderosamente a que la cinta fluya dinámica a lo largo de su poco más de hora y media de tiempo de duración.
Por último las actuaciones son especialmente expresivas gracias al recurso de la gestualidad, sobresaliendo las rendidas por sus intérpretes principales Jean Dujardin y Bérénice Bejo. A más de ellos se hacen notar en roles secundarios, John Goodman en el papel del director y Penelope Ann Miller que se hace cargo del rol de la esposa del protagonista. Mención especial merece el perro, fiel compañero del artista en declive que se las ingenia para conseguir ayuda para su dueño en sus momentos de mayor crisis.
La película acaba de anotarse un nuevo triunfo al obtener 10 nominaciones, entre ellas la de mejor película, mejor director, intérprete masculino protagónico y mejor actriz femenina secundaria, para los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas que se otorgarán el venidero domingo 26 de febrero del año en curso.
Recomendada 100% !!!!! Me encantó!