Por Luis Trelles
Co-escrito su guión y dirigido el filme, W.E., por Madonna, éste es un aporte más de esa conocida figura del espectáculo. Ella se ha hecho presente anteriormente en el cine norteamericano en calidad de intérprete de cintas como Shangai Surprise, Dick Tracy y Evita, pero es con W.E. que inicia su trayectoria como directora.
Ha escogido a dos mujeres -una muy real y la otra imaginada- que comparten un mismo nombre: Wally, siendo la imaginada una figura que siente gran atracción por la figura histórica, ya fallecida. Se trata de Wallis Warfield Simpson, norteamericana que a los 40 años de edad se casó con el que había sido rey de Inglaterra bajo el nombre de Eduardo VII, tras abdicar éste al trono como consecuencia de esos amores y del proyectado enlace.
Esta historia de amor que llenó páginas de los periódicos de la época y captó la atención de las ondas radiales, revive en la pantalla al formar parte de esta producción.
La otra Wallis, la imaginada, es infeliz en su unión con un prominente siquiatra neoyorquino y encuentra en un custodio de la valiosa colección de la duquesa de Windsor, a punto de subastarse, un nuevo amor.
La cinta pretende mostrar desde otra perspectiva a la Duquesa y sus amores y establecer así un paralelo entre ambas protagonistas, victimizadas por las circunstancias.
El filme resulta impecable en lo que atañe a la recreación de época y ambientes, presentando suma atención al lujo de que se rodeaban los personajes históricos y lo mismo ocurre con el universo en que se mueve la Wallis imaginada.
Madonna en su “debut” como directora recurre, sobre todo a los indicios del filme, a las tomas rápidas y a la atención a los objetos y ambientes con lo que la película gana en fluidez lo que pierde en profundización de su personaje femenino central.
La historia de la Wallis contemporánea resulta más trabajada y se presta más a la introspección de dicho personaje.
El resultado en pantalla es un esfuerzo no carente de interés, de parte de una figura controversial del espectáculo, ya que se trata de una nueva faceta en su trayectoria artística.
Las actuaciones merecen un comentario resultando la más lograda y efectiva la rendida por Andrea Riseborough en el papel de Wallis Simpson y más desvaída la ofrecida por James D’ Arcy que asume el rol del rey Eduardo VII. Abbie Cornish y Oscar Isaac cumplen adecuadamente con las exigencias de sus respectivos roles, los de la Wallis imaginada por el guión y el nuevo hombre que se materializa en su existencia.