Por Luis Trelles
Hay profesiones que recurren de continuo en las películas. Una de ellas es la de maestro que ha sido mostrada una y otra vez por el cine norteamericano a través de los años pero- como los tiempos cambian- cambia también la percepción que el medio fílmico ha tenido de dicho personaje.
En la era de los grandes estudios cuando el cine era todo para todos porque no había surgido la televisión o se encontraba aún en pañales, hubo una serie de cintas que pusieron tal papel al servicio de conocidas luminarias. Así el profesor Chips, personaje central de Good-bye Mr. Chips interpretado por Robert Donat, ganó para éste el “‘oscar”‘ correspondiente al año 1939, al considerársele mejor actor del año por la membresía de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.
De igual modo personalidades femeninas como Martha Scott, intérprete central de Cheers for Miss Bishop; Bette Davis, intérprete protagónica de The Corn is Green o Jennifer Jones en Good Morning Miss Dove, añadieron a sus brillantes carreras fílmicas esos roles en las películas mencionadas, caracterizados por un denominador común: la admiración por maestras sacrificadas que como el Sr. Chips consagraban sus vidas a la enseñanza.
En años recientes ese personaje del maestro sacrificado siguió estando presente en el cine pero mostrándolo combativo y en defensa de un medio: el escolar que se había transformado radicalmente.
Hoy, el estreno de Won’t Back Down, filme dirigido por Daniel Barnz y protagonizado por Maggie Gyllenhaal y Viola Davis, presenta al público dos personajes femeninos enfrascados en una causa común: la transformación de una escuela donde estudian sus hijos a fin de volverlas de la comunidad. Ello requiere un proceso de lucha, prolongado y cuesta arriba.
Estas dos actrices interpretan respectivamente los roles de una madre soltera, cuya hija sufre de dislexia y de una maestra con serios problemas conyugales que tiene un hijo con retardo mental. Ambas se asocian en el esfuerzo de transformar la escuela en que estudian ambos menores aunque ello signifique antagonizar a parte del profesorado, complacido con el sindicato de maestros por los beneficios económicos y la seguridad que les brinda y enfrentarse a la Junta local de Educación hasta conseguir un voto mayoritario que les permita seguir adelante con su proyecto.
El filme, aunque demasiado sentimental en ocasiones, merece verse por lo convincente de sus actuaciones, especialmente la rendida por Viola Davis, esa excelente intérprete afroamericana, que logra una caracterización- como todas las suyas- intensa y poderosa- y por los valores que encierra su trama, apartada de la violencia brutal y excesiva de tantos filmes de estreno y enfocada, en vez, en un problema muy real y evidente que tiene que ver con el deterioro de la enseñanza y de los centros escolares en la época en que vivimos.